Exclusivo
Buena Vida
Palo Santo, el repelente nativo
En Santa Elena ejecutan un plan de conservación de esta especie, cuyas bondades fueron descubiertas por antepasados.
“Lleve el palo santo, aleje a los mosquitos y malos espíritus”, grita Miguel Lainez en una intersección de la segunda avenida, en la salida del balneario de Salinas, provincia de Santa Elena. El comunero aprovecha el momento en que los vehículos paran por la luz roja del semáforo para ofrecer su producto.
A pocos metros de Lainez también ofrece lo mismo Luciano Tomalá. Él corre de un lado a otro con su mercadería en la mano. “A un dólar la funda, tres por dos dólares y ocho dólares si lleva con la vasija”, explica el nativo a una turista interesada en comprar los pedazos de palo cuyo aroma se percibe a distancia.
“Es muy bueno, mantiene el aroma fresco y lo más importante es que aleja a los mosquitos. Ya se viene la temporada de invierno y también se incrementan los insectos”, señala la milagreña Iris Espinoza, compradora del palo santo.
El producto se ofrece en esta calle del cantón Salinas desde hace más de tres décadas. Fue en 1982 cuando un grupo de comuneros de la zona Colonche, del noroeste de Santa Elena, se instaló en esta zona para ofrecer el palo santo que se obtiene de los campos.
“La sequía nos afectó y mucha gente salió a las ciudades a buscar trabajo, la situación económica para nosotros los agricultores en ese tiempo estaba muy difícil, fue entonces que optamos por este trabajo, gracias a Dios nos ha ido bien”, comenta Jonathan Lainez, quien desde pequeño se dedica a esta actividad.
Además de Salinas, en una área de la avenida Eleodoro Solórzano y calle 23 del cantón La Libertad también se comercializan fragmentos de madera repelente.
CONSERVACIÓN DE PLANTACIÓN
El palo santo crece desde hace siglos en los campos peninsulares. Según investigaciones, los ancestros descubrieron que quemando pedazos de este tronco espantaban a los insectos y, dicen, a los malos espíritus. En algunos casos, personas que sufrían de resfriados tomaban el agua de este árbol para sanarse y de ahí su nombre.
Omar Núñez, funcionario del área de Fomento Productivo de la Prefectura de Santa Elena, indicó que en las montañas de la parroquia Colonche está la mayor cantidad de plantas. En esa área existen 20.000 hectáreas de reserva de palo santo. Aquella zona comprende las comunas La Aguadita, San Marcos y Calicanto.
“Estimamos que allí hay aproximadamente 250 árboles de palo santo por cada hectárea. Para que esta materia prima no se termine se gestionó ante el Ministerio del Ambiente la aprobación de un proyecto de manejo y conservación que llevamos adelante”, explica Núñez.
Señala que el ente provincial trabaja con 250 familias. Y expertos enseñan a los comuneros la elaboración de productos derivados del palo santo, entre estos: aceite, crema relajante y para cicatrizaciones en la piel, agua floral, loción y jabones.
El proyecto busca que los comuneros ya no vendan los fragmentos de las ramas, sino que se le dé un valor agregado que ayude a mejorar sus ganancias. (JL)