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Mis Historias Urbanas
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Mis Historias Urbanas: ¡Lo saco!
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12 de agosto, 2018
La escuela República de Bolivia está en la Octava y Venezuela. Él camina hacia la Portete. Pie derecho y arriba. Su mochilota en la espalda, su hermana de nueve años al lado. Alfredo Barrios hoy tiene diez años.
Los payasos se trepan casi en la 17. Son dos. Muy coloridos. Llevan trajes de bolas amarillas. Uno viejo, otro joven. Ambos geniales. Sus chistes arrancan estruendosas carcajadas de los pasajeros, que no son pocos. Chistes de suegras, de niños, de gordos, burlas a cachudos...
Ya saben, lo de siempre. Y cada vez que suenan las risas. Uno de ellos pregunta: "¿Lo saco o no lo saco?". Repite la frase como disco rayado. "¿Lo saco o no lo saco?" La gente no lee entre líneas y sonríe indiferente, aunque no entiende. "¿Lo saco o no lo saco?", insiste.
Un viejo de al fondo, cansado, colapsa: "¡Ya pues! ¡sácalo y deja de amagar!". Y otra vez carcajadas. "Ya pues -responde el man- a petición de ustedes, ¡lo saco! ¡Esto es un asalto!". Sorpresa y drama. El machetote brilla en las manos, amenazante. Ya no hay dientes a la vista.
Se escuchan un par de "¡Dios mío!" por allí. Alfredito tiene la boca abierta. Ve pulseras, relojes, billeteras y plata bailar en su nariz. Los pelaron a toditos. "¡Pasa para acá!", le arrancha uno de los choros la mochilota, vacía los libros en el pasillo y mete todo lo robado allí. Se baja seguido del otro. ¡Una payasada inolvidable!
Ya saben, lo de siempre. Y cada vez que suenan las risas. Uno de ellos pregunta: "¿Lo saco o no lo saco?". Repite la frase como disco rayado. "¿Lo saco o no lo saco?" La gente no lee entre líneas y sonríe indiferente, aunque no entiende. "¿Lo saco o no lo saco?", insiste.
Un viejo de al fondo, cansado, colapsa: "¡Ya pues! ¡sácalo y deja de amagar!". Y otra vez carcajadas. "Ya pues -responde el man- a petición de ustedes, ¡lo saco! ¡Esto es un asalto!". Sorpresa y drama. El machetote brilla en las manos, amenazante. Ya no hay dientes a la vista.
Se escuchan un par de "¡Dios mío!" por allí. Alfredito tiene la boca abierta. Ve pulseras, relojes, billeteras y plata bailar en su nariz. Los pelaron a toditos. "¡Pasa para acá!", le arrancha uno de los choros la mochilota, vacía los libros en el pasillo y mete todo lo robado allí. Se baja seguido del otro. ¡Una payasada inolvidable!