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Mis Historias Urbanas
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Mis Historias Urbanas: Romance hediondo
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26 de marzo, 2017
Ya están ebrios. De cervezas y de pasión. Ella se para en una roca a bailarle y se desprende del vestido. La Luna ilumina la silueta de sus curvas. Él está absorto. En realidad es hermosa. Se inquieta cuando la ve sumergirse. No puede quedarse atrás. Se desnuda también y la sigue.
La escena es un ensueño. Nada a su alrededor como tilapia. Él pisa el fango, tímido. No sabe nadar. Se distrae de las blancas caderas bailantes cuando ve pasar a su lado tres serpientes negras. Parecen sanguijuelas gigantes. Siente miedo. Pierde el equilibro. Tiembla y se sumerge.
Una bocanada de agua y fango lo ahogan. Levanta los brazos, desesperado. La agonía llama a la sobriedad. Se está muriendo. Ella advierte el aprieto. Todavía encuerada, va por él y lo arrastra a la orilla. Lo alienta. Lo besa. Lo lleva a casa y le hace el amor. Se duermen y amanece.
La hediondez del departamento lo despierta horas después. La ve tirada en el colchón. Las sábanas están llenas de lodo, igual que el piso, el cabello y sí... los genitales. Le pica el cuerpo. No puede creer que se bañó en el estero Salado, ese horroroso brazo de mar repleto de contaminación. El olor a aguas servidas le borran la borrachera. De una fiebre no pasó. Nunca más la volvió a ver.
Una bocanada de agua y fango lo ahogan. Levanta los brazos, desesperado. La agonía llama a la sobriedad. Se está muriendo. Ella advierte el aprieto. Todavía encuerada, va por él y lo arrastra a la orilla. Lo alienta. Lo besa. Lo lleva a casa y le hace el amor. Se duermen y amanece.
La hediondez del departamento lo despierta horas después. La ve tirada en el colchón. Las sábanas están llenas de lodo, igual que el piso, el cabello y sí... los genitales. Le pica el cuerpo. No puede creer que se bañó en el estero Salado, ese horroroso brazo de mar repleto de contaminación. El olor a aguas servidas le borran la borrachera. De una fiebre no pasó. Nunca más la volvió a ver.