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Mis Historias Urbanas
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Mis Historias Urbanas: El reloj
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27 de mayo, 2018
Se armó con perfume, camisa y pantalón impecable. Silbaba frente al espejo mientras se peinaba con gel, hacia atrás. De vez en vez, levantaba una ceja y se coqueteaba, muy al estilo de John Travolta en sus mejores años.
Salió. Le había dicho a su mujer que el día estaría algo pesado en el trabajo, así que tenía toda la mañana y tarde libre. Ella, la otra, lo esperaba en baby doll y con el desayuno listo. Detenernos en detalles sexuales no es necesario, para eso tienen a mi amigo Ángel Amador, pero ya deben imaginarse lo que siguió.
Sudor y cuerpeo puro y duro. Todo el día. Luego, ella habló. "Ven a vivir conmigo". Abrió los ojos como platos tendidos. Llevaban cerca de un año en este jueguito, pero nunca se imaginó que aquella propuesta llegaría.
Dijo no. La abrazó fuerte, como abrazan los hombres que intentan consolarte cuando te están dejando para siempre. "Mis hijos", "no estoy en condiciones", "tú sabes que te quiero, pero...". En fin, todas esas excusas que incluye el manual del sinvergüenza. Se fue.
-Hola, mi vida, ¿cansado? -preguntó sonriente su mujer en casa.
-Algo, mi amor. ¿Qué tal va todo? -respondió, como si nada.
-Aquí, viendo el reloj que dejaste olvidado donde tu amante.
Mira, también me envió capturas de sus conversaciones y fotos de un viaje que hicieron juntos. Tragó saliva. Sintió cómo le bullía la sangre en las uñas de los pies. Ese día perdió dos mujeres y un reloj.
Sudor y cuerpeo puro y duro. Todo el día. Luego, ella habló. "Ven a vivir conmigo". Abrió los ojos como platos tendidos. Llevaban cerca de un año en este jueguito, pero nunca se imaginó que aquella propuesta llegaría.
Dijo no. La abrazó fuerte, como abrazan los hombres que intentan consolarte cuando te están dejando para siempre. "Mis hijos", "no estoy en condiciones", "tú sabes que te quiero, pero...". En fin, todas esas excusas que incluye el manual del sinvergüenza. Se fue.
-Hola, mi vida, ¿cansado? -preguntó sonriente su mujer en casa.
-Algo, mi amor. ¿Qué tal va todo? -respondió, como si nada.
-Aquí, viendo el reloj que dejaste olvidado donde tu amante.
Mira, también me envió capturas de sus conversaciones y fotos de un viaje que hicieron juntos. Tragó saliva. Sintió cómo le bullía la sangre en las uñas de los pies. Ese día perdió dos mujeres y un reloj.