-Estás guapa, soltó al fin. Luego puso a andar el vehículo. Cumplían seis meses. La jornada prometía ensueño. Todo estuvo agendado con anticipación. Fueron a cenar, tomaron un par de copas y luego, la sorpresa. Para entonces, ya estaban de nuevo en el auto, en las faldas de un mirador. 

-Mi amor -expuso él-, trabajé mucho en este detalle. Pasé horas preparándolo. Feliz cumple mes. Ella se sonrojó.

 -Ábrelo, insistió. Obedeció, con la ilusión de una niña que espera ver sus regalos debajo del árbol en Nochebuena. 

Sacó la capa de celofán. Halló un libro. ‘Gracias por tu infidelidad’, rezaba la carátula. Un tornó grisáceo se apoderó de su rostro. Le temblaban los labios. Fue a la siguiente página. Era un historial de chat con su mejor amiga, impreso a full color, con fotos y detalles casi pornográficos de la relación paralela que mantenía con su exnovio. 

Una de las gráficas mostraba una selfie de ella en una cama, con fecha de no menos de 15 días. ‘De motelazo’, decía el pie de foto. Lo cerró de un golpe. Con una especie de puchero dibujado en la boca, en el que se leía horror y vergüenza. Se echó a llorar como una bebé con hambre. 

Sollozaba y rogaba perdón. -Bájate del carro. No te quiero volver a ver, pidió él. Así Lo hizo. Le dio otra oportunidad después de un mes. No funcionó... Pero eso es otra historia.