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Mis Historias Urbanas
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Mis Historias Urbanas: Recordar las lecciones
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6 de marzo, 2016
Me levanté. Estaba en el hotel. Miré alrededor sin saber qué pasaba. Mis maletas, mi laptop, mi celular y mi billetera habían desaparecido. La última imagen que tenía en la cabeza era que dos hombres y dos mujeres me pidieron que les enseñe un hotel cercano. Estaba en Cuenca. Me acerqué a recepción todavía mareada; pedí explicaciones sobre mis cosas y me mostraron un vídeo en el que yo permitía que se lleven mis pertenencias.
Le había dicho al personal que eran cercanos. Asustada, fui a un cyber y vi que me buscaban amigos y familiares por no haberme reportado las últimas 24 horas. Ni yo podía encontrarme en ese instante. Puse la denuncia en Guayaquil, donde debí someterme a una vergonzosa prueba de violación que -afortunadamente- resultó negativa. La droga que me dieron duró en mi cuerpo tres semanas y ese día está borrado de mi memoria totalmente.
Aquello todavía me angustia. Sé que mi final no es tan trágico como el horrendo desenlace que tuvieron las dos turistas argentinas asesinadas en Montañita. Sin embargo, este tipo de hechos recuerdan una lección que aprendemos en casa de niños: vivimos en un mundo en que es mejor no hablar con extraños.
Aquello todavía me angustia. Sé que mi final no es tan trágico como el horrendo desenlace que tuvieron las dos turistas argentinas asesinadas en Montañita. Sin embargo, este tipo de hechos recuerdan una lección que aprendemos en casa de niños: vivimos en un mundo en que es mejor no hablar con extraños.