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Mis Historias Urbanas: Psicosis callejera
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26 de noviembre, 2017
Conocí a Gabriel Arana en redes sociales, gracias a una página de humor para comunicadores. Vive en Guatemala y es periodista como yo. La historia urbana es de su autoría, con una vivencia propia. Un contexto importante: Gabriel es rockero y barbón. Es de noche. Apenas son las siete y ya soy una amenaza para la doña promedio en las calles de esta ciudad.
Esto se solucionaría si caminaran a un lado de la banqueta. Pero no, caminan en el centro y lo hacen despacio. Así comienza el conflicto. No aceleran el paso ni se hacen a un lado para que yo siga mi rumbo.
La supuesta víctima piensa que la sigo. Voltea a ver seguido mientras sigo a mi ritmo... Aquí vamos de nuevo. Cree que la quiero agredir, despojarla de sus pertenencias, de su honra… seguro se encomienda a la Virgen de las angustias.
Lo que no sabe es que yo solo quiero avanzar y ella no me deja. Es un obstáculo. Hace un tiempo intenté razonar con una. "Yo también tengo derecho a caminar, señora. No la sigo. Bajaré hasta la 14ª avenida y cruzaré. Ahí trabajo. Además, ambos sabemos que los ladrones no actúan así".
Su rostro de pavor me dijo que yo había cometido una estupidez. La doña estaba pálida como papel. Seguramente escuchó en su cabecita: "¡Dame tu bolso, perra! ¡Te voy a violar!". Se detuvo asustada, no dijo nada y abrazaba el bolso contra su pecho.
No quise quedarme a ver si le daba un soponcio o algo peor. Aprendí mi lección. Debo aceptar las miradas de desconfianza. Al final es solo la psicosis callejera, la gente es así. Psicosis 24x7, porque ahora también pasa de día. Así es Guatemala".
La supuesta víctima piensa que la sigo. Voltea a ver seguido mientras sigo a mi ritmo... Aquí vamos de nuevo. Cree que la quiero agredir, despojarla de sus pertenencias, de su honra… seguro se encomienda a la Virgen de las angustias.
Lo que no sabe es que yo solo quiero avanzar y ella no me deja. Es un obstáculo. Hace un tiempo intenté razonar con una. "Yo también tengo derecho a caminar, señora. No la sigo. Bajaré hasta la 14ª avenida y cruzaré. Ahí trabajo. Además, ambos sabemos que los ladrones no actúan así".
Su rostro de pavor me dijo que yo había cometido una estupidez. La doña estaba pálida como papel. Seguramente escuchó en su cabecita: "¡Dame tu bolso, perra! ¡Te voy a violar!". Se detuvo asustada, no dijo nada y abrazaba el bolso contra su pecho.
No quise quedarme a ver si le daba un soponcio o algo peor. Aprendí mi lección. Debo aceptar las miradas de desconfianza. Al final es solo la psicosis callejera, la gente es así. Psicosis 24x7, porque ahora también pasa de día. Así es Guatemala".