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Mis Historias Urbanas
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Mis Historias Urbanas: La pausa
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16 de septiembre, 2018
"Te amo", le dijo. Estaba desnuda y era de madrugada. La ventana del hotel daba a una calle solitaria. A esas alturas de la noche, le había besado ya todos los tatuajes. "Te amo", contestó.
Ella le creyó. Hace cuatro años, la escena era parecida: Ellos, sus cuerpos, la cama de un hotel, besos… pero la escopolamina borró el recuerdo y tienen únicamente flashes: dedos entre el cabello, caricias, lenguas. El resto es negro. Ese día se conocieron. Luego, pausa.
Son de ciudades y vidas distintas; pero supieron desde el primer momento que aquello era mucho más que una anécdota. Era como si la droga entró al alma de cada uno y los enredó para que jamás puedan liberarse del otro, incluso a la distancia.
Conversaban profundamente y se mandaban besos. Se decían "te adoro", se juraban "te extraño". Aún así, ella no esperaba el mensaje: "Ya estoy aquí. No sé cuánto tiempo, pero es mejor que no estar. Hagamos que valga la pena", le escribió él, temprano.
Fue a verlo por segunda vez en la vida real. En sueños, anhelos y versos lo había hallado en innumerables ocasiones. "Quiero estar sobria esta vez", le dijo antes de encerrarlo. Fue una noche mágica, de cuento de hadas...
A la mañana siguiente, otra vez la realidad. "Me voy. Hagamos otra pausa", avisó él por teléfono. No sabe si lo verá después de otros cuatro años, si él la piensa o si aún guarda sus besos. Sólo espera. Otra vez. Él dijo pausa, no adiós. Ella le creyó.
Son de ciudades y vidas distintas; pero supieron desde el primer momento que aquello era mucho más que una anécdota. Era como si la droga entró al alma de cada uno y los enredó para que jamás puedan liberarse del otro, incluso a la distancia.
Conversaban profundamente y se mandaban besos. Se decían "te adoro", se juraban "te extraño". Aún así, ella no esperaba el mensaje: "Ya estoy aquí. No sé cuánto tiempo, pero es mejor que no estar. Hagamos que valga la pena", le escribió él, temprano.
Fue a verlo por segunda vez en la vida real. En sueños, anhelos y versos lo había hallado en innumerables ocasiones. "Quiero estar sobria esta vez", le dijo antes de encerrarlo. Fue una noche mágica, de cuento de hadas...
A la mañana siguiente, otra vez la realidad. "Me voy. Hagamos otra pausa", avisó él por teléfono. No sabe si lo verá después de otros cuatro años, si él la piensa o si aún guarda sus besos. Sólo espera. Otra vez. Él dijo pausa, no adiós. Ella le creyó.