Mis Historias Urbanasblanca moncada

Mis Historias Urbanas: Oda al encebollado

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Está servido frente a mí. Puedo oler la albacora fresca. Bota humo aún. La casera me acerca un platito con dos limones cortados a la mitad mientras contemplo, hambrienta, la perfección de este caldo de tono naranja, adornado con hierbita y cebolla. Un solazo acompaña esta mañana dominguera en que un platillo guayaco se convierte en la inspiración de mi columna. 

Lo veo una vez más. Levanto la cuchara, desesperada, pero antes, confieso: Encebollado, amo tu pescado, tu no tan popular tostado… tu cebolla, tu tomate y tu pimiento… Amo todo de ti, tan suculento, porque haces levantar a cualquier muerto. Te amo si vienes vestido de tarrina… o si alguien te prepara en mi cocina... Lo más bacán de ti, encebollado, es que unes a las almas que te aman. 

Como en una iglesia, en la que alaban al Señor, tus fanáticos se unen por clamor. Se reúnen los domingos para verte, se sientan a tu alrededor y te consumen. Los envicias con tus delicias, te prefieren antes que cualquier caricia. Mago eres tú. Ambrosía del guayaco. Te comen con limón y con ají, con chifle y pan, con cola negra, con lluvia, con chuchaqui o con solazo.