El desenlace lujurioso era un hecho. - ¿Y cómo hacemos? Media decena de militares resguardaba la zona de la celebración. Es común que pidan seguridad en estas actividades que suelen terminar con botellazos y borrachos por doquier. 

Pipo miró el entorno y ofreció: - Vamos por acá. Mientras caminaban, su amante comentó, entre risas, que su amiga, con quien llegó para despistar al marido, había estado de risitas con uno de los uniformados desde que llegaron. "Cuando volvamos la busco". 

Las plantaciones de verde y maracuyá son casi imperceptibles en la noche; pero Pipo parecía conocer bien el terreno. Es aquí. Abrió una rama, pisó firme y justo cuando estaba a punto de darle la mano para que pase al matadero, alguien gritó desde adentro: -¡Ocupado! Ella reconoció en seguida la voz. Era su amiga. 

Resultó imposible en esas circunstancias quedarse a charlar. Salieron de allí entre carcajadas, con las ganas en los poros, sin negarse a un segundo intento que terminó con una ataque de hormigas cabezonas. Pero eso es otra historia.