Mis Historias Urbanasblanca moncada

Mis Historias Urbanas: La llamada

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Gritó su apodo. Nunca le decía por su nombre. Gata… La voz llegaba de la cocina. -¡Gata! ¡Levántate!, insistió. -No quiero, déjeme dormir, respondió con los ojos cerrados. -Gata, ven ahora, repitió su madre. Como un zombi recién despierto, hizo un esfuerzo sobrehumano para incorporarse de la cama.

Se sentía mareada. Sus pasos sonaron contra la baldosa. No recordaba a qué hora se acostó ni qué día era. Al llegar a la mitad del pasillo entró en razón. Su madre no podía estar en la cocina. Un abismo se le abrió en el pecho. Sintió un puñado de lágrimas acumularse en las pupilas. Recordó el hospital, el velorio, el sepelio. Se vio desarmada otra vez. 

La imagen de sus hermanos rodeó su memoria. Flores. Ataúd. Sollozos. Dolor. Mamá no estaba en casa. No podía estar. Un cáncer se la llevó hace días. Sintió frío. ¿Por qué la mente la torturaba de esa forma? ¿O no era la mente? El ruido de agua hirviendo la distrajo del letargo. 

Cuando vio la hornilla encendida llegaron las respuestas. Ya casi no quedaba agua en la olla de aluminio. Era eso. La llamada, quizás, no fue producto de su imaginación. Cerró la estufa y volvió a la cama. Lloró. Aunque han pasado varios años, aún llora.