Mis Historias Urbanasblanca moncada

Mis Historias Urbanas: No le di miedo

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Jéssica está embarazada de mí. Es noviembre del año 1987 y ella, que conoció a mi padre en una fiesta de ciudadela, metió las cuatro, y hasta el fondo. Mi abuela sospecha. No ve que le pidiera toallas sanitarias. Algo pasa. Por eso la lleva al médico a "hacerla ver".

A regañadientes, y con un amago de indignación para ocultar su susto, acepta la prueba. "Sí. Está embarazada". La afirmación de la doctora entró como daga en el pecho de mi abuela, que la cuidó, que veló por sus estudios. Apenas tiene 16, Jéssica es una niña embarazada de otro niño, uno de 19, que no trabaja y que a estas alturas ya se fue al cuartel, por cumplir con la patria y porque "se las huele".

"Te lo sacas". Oyó la solución y palideció. Abortar no está en sus planes. Ella está enamorada, pero no es eso lo que la detiene. Soy yo. Y está mal que lo diga, pero entiendan, soy periodista y creo firmemente en mis fuentes. Ella tenía la ilusión de ser madre, de conocerme, de saber a quién me parecería. Dijo que no y se fue de casa. 

Tocó la puerta de la que sería su suegra y con ella viajó a ver a mi papá, que en el cuartel le cogió la barriga y dijo: "Sí, mamá, el muchacho es mío". Nos quedamos en la casa de mi abuela. Cuando él salió de la milicia, yo -que nací muchacha- ya estaba dando guerra. Jéssica, madre mía, gracias por no tenerme miedo.