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Mis Historias Urbanas
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Mis Historias Urbanas: El ladrón justo
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3 de abril, 2016
Seis y media de la mañana. Héctor toma el bus de camino a "la u" con la laptop en la maleta. Héctor paga su pasaje. Ve que un tipo con pinta de choro se sube a pedir plata. Héctor se pone mosca. Traga saliva cuando escucha que el pasajero que puso a temblar a todos dice que necesita una moneda, una ayuda para poder llevar "un pan, un pedazo de verde, a la mesa de su hogar".
Héctor está solo en la última fila. Quiere cambiarse de puesto, pero no alcanza. Lo ve llegar de su nada fructífera jornada de pedido de auxilio: "Apoya al caído", escucha la súplica-amenaza. Héctor no es gil. "Toma, tengo solo un dólar. Espero que te sirva". No era solo un dólar, era el único dólar que cargaba y el único que recibió el pillo. "Me botaron de la aduana, ¿sabes? Ten buen viaje, gracias". Héctor lo mira alejarse y detenerse en medio pasillo, poseído.
"Ya que no me apoyan a las buenas, lo harán a las malas". Héctor ve el revólver. Carteras, billeteras, monedas y celulares afuera. Nadie se salva. Héctor lo ve llegar otra vez. "Gracias por el acolite. Te lo devuelvo con intereses". Seis y cuarenta y cinco de la mañana. Héctor mira reflexivo los dos dólares que le dejó su nuevo amigo. Su laptop aún está en la maleta. Héctor jamás olvidará esto.
"Ya que no me apoyan a las buenas, lo harán a las malas". Héctor ve el revólver. Carteras, billeteras, monedas y celulares afuera. Nadie se salva. Héctor lo ve llegar otra vez. "Gracias por el acolite. Te lo devuelvo con intereses". Seis y cuarenta y cinco de la mañana. Héctor mira reflexivo los dos dólares que le dejó su nuevo amigo. Su laptop aún está en la maleta. Héctor jamás olvidará esto.