Mis Historias Urbanasblanca moncada

Mis Historias Urbanas: La factura

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Encontré la factura, no lo creo. Escuchó a su madre al teléfono sin saber qué responder. El bolso quedó sobre la mesa la noche anterior. -¿Por qué revisas mis cosas?, le cuestionó enojada. El enfado era el único escudo válido en una situación como esta. -Iba a buscar maquillaje. Ya llamé a tu padre. En la noche hablamos. Cerró.

El corazón le rebotó como una pelota de básquet. Vio su vida pasar en un instante. Recordó los sermones, las responsabilidades que le adjudicaron por ser la hermana mayor... Imaginó a su viejo, implacable como siempre. ¿Qué diría a todo esto? 

Teléfono otra vez. Es su tía, la soltera. -Acabo de salir de tu casa. Quizás no podamos revertir esto, pero al menos pude quitarle la factura a tu mamá. La rompí. Rompí las pruebas. La sangre, congelada hasta ese instante, volvió a correr por sus venas. -Será menos bochornoso ahora, pensó. Balbuceó un gracias para la mujer al otro lado de la línea. 

Anocheció. Al cruzar el portal, miradas de reproche la esperaban en la sala. No lo entendía. No le parecía una afrenta no ser virgen a los 20. Nunca más guardó la factura del motel.