Mis Historias UrbanasPor Blankimonki

Mis Historias Urbanas: El del chupete rojo

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“Ya te dije que no me interesa ser tu novia. Podemos ser amigos. No novios. Si no te gusta, pues no me importa. En serio. Ya no me molestes”.

Acaba de sonar el timbre de salida. Son las 18:40 en un colegio del centro de Guayaquil, en un año de inicios del 2000. La nueva agarra su mochila y avanza. El de Fima la sigue hasta el expreso.
Es la primera semana de clases y no ha hecho amigos. En el bus, todos estos días ha habido un silencio sepulcral; pero todos cada noche, un chico elige sentarse a su lado. Sin hablar.
Tiene pestañas largas y ojos color miel. Tez de zapallo y cabello castaño y, siempre, un chupete rojo en la mano. Hoy, que ella huye del de Fima, él ha subido primero al expreso.
“No sé cómo te llamas; pero sígueme la corriente”, le suplica al verlo. Él no entiende nada, pero acaba de ver que el de Fima asoma en el pasillo del bus. “Bonita, no seas así”, le dice a ella.
“No entiendes que no quiero nada. Es más, mira, desde hoy, él es mi novio. En serio, disculpa”. Y le agarra la mano sin chupete al zapallento y el zapallento le corresponde, sin decir nada.
“A ver, si son novios, dense un beso”, pide el intenso de Fima. El zapallento se pega una carcajada, la mira y le levanta las cejas como preguntando qué procede, con respeto y sin decir nada, como siempre.
“Ok. Mira”. Y lo agarra de las mejillas rosadas y se tatúa en los labios el almíbar del chupete rojo que aún quedaba en la boca del zapallento. El de Fima se rinde. “Ok”, dice derrotado. Y se va.
“Gracias”, dice ella. “De nada”, responde él. Y el resto del camino sigue en silencio, y luego el resto de días.
Tiempo después, quitaron el servicio de expreso y eventualmente coincidían en el pasillo del colegio, con un “hola”.
Luego de tres años se graduaron y no volvieron a verse jamás. Hoy, el chico ha cambiado el chupete por cerveza y ella ya no come azúcar.