Exclusivo
Mis Historias Urbanas
Exclusivo
Mis Historias Urbanas: En el café
Si tienes alguna historia escribe a moncadab@granasa.com.ec o llama al 042201100 ext. 2099.
27 de agosto, 2017
Estaba sentada en una de las mesas de la cafetería cuando entró. -Tanto tiempo..., soltó al verla acercarse. El cosquilleo que le recorría la sangre la hizo contestar molesta. -Dejemos los formalismos. Desde que no la veía, lo único que sabía de ella es que tenía novio nuevo. Por eso estaba allí.
-Quiero que me digas la verdad. Sin tapujos. Sin maquillajes. ¿Qué hay entre él y tú?, increpó. La arpía tomó la taza de café, que aún hervía, y se llevó un sorbo a la boca, tranquila. Sin inmutarse. Una sonrisa falsa se le dibujó en la cara. -Somos novios. Pero eso no debe molestarte. Tú y él terminaron ya. -Sí, hace seis meses, el tiempo que me tienes bloqueada de todas las redes sociales.
La suya era una relación sólida. Él dormía con ella los fines de semana, se iban de viaje... Pero sí, lo acepta, algo pasaba las últimas semanas. Un cambio de ánimo. Y luego lo inevitable. Solo desapareció del mapa, con ella, su amiga, amiga del grupo con el que iban a todas partes.
-Vida, ven ahora, ladró la del café al teléfono. Un minuto más tarde, como si siempre estuvo afuera de la cafetería, él llegó. -Tienes que aceptar que lo nuestro ya se terminó, le dijo con tono de consuelo. La indignación, el desprecio y el asco pudieron con ella.
Se le lanzó encima, lo agarró del cabello y lo sacudió. "Perro, perro, mil veces perro". Estaba a punto de escupirle, pero los guardias ya la habían visto. Esa noche lloró como nunca antes.
La suya era una relación sólida. Él dormía con ella los fines de semana, se iban de viaje... Pero sí, lo acepta, algo pasaba las últimas semanas. Un cambio de ánimo. Y luego lo inevitable. Solo desapareció del mapa, con ella, su amiga, amiga del grupo con el que iban a todas partes.
-Vida, ven ahora, ladró la del café al teléfono. Un minuto más tarde, como si siempre estuvo afuera de la cafetería, él llegó. -Tienes que aceptar que lo nuestro ya se terminó, le dijo con tono de consuelo. La indignación, el desprecio y el asco pudieron con ella.
Se le lanzó encima, lo agarró del cabello y lo sacudió. "Perro, perro, mil veces perro". Estaba a punto de escupirle, pero los guardias ya la habían visto. Esa noche lloró como nunca antes.