Mis Historias Urbanasblanca moncada

Mis Historias Urbanas: Ella baila sola

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Llegaron en gajo, como lo hacen los amigos en las jaranas legendarias. Nunca había pisado un prostíbulo en su vida. Pasó revista de su entorno. Hombres con la boca abierta, cervezas espumosas recién sacadas del congelador, risas y silbidos. Llegó el show. Dos tubos de acero brillaban sobre la tarima, rodeada de luces psicodélicas.

Algunos se aproximaron al escenario. No querían perder detalles. Aplausos. La joven llevó un hilo y un casi imperceptible brasier. Tenía antifaz y una figura envidiable. Movía las caderas, sacudía el cabello, volteaba las piernas diestramente, como marioneta nueva. La saliva de algunos machos mojaba las mesas hasta dejarlas encharcadas. 

Un mesero limpiaba. Él y su grupo se mantuvieron a un costado. Llegaron allí a conversar. Aunque curioso, algunos hombres tienen esta costumbre. No consumen el producto, solo disfrutan el ambiente. Se distrajo de la charla un momento y la vio. Volvió los ojos a la mesa y -como exorcizado- regresó la mirada hacia ella otra vez. 

Analizó la sonrisa debajo del antifaz, observó su cabello con detalle, estudió su perfil. Era ella. Definitivamente. La joven deportista argentina a quien conoció en el canotaje. Casi se desmaya. La bailarina nunca lo vio. Él prefirió guardarle el secreto.