Luis tiene un problema grave. Se sacrificó tanto que ha quedado vencido en el asiento en el que está dando su examen. Habría pasado desapercibido si no empezaba a manotear a todos lados. El futuro doctor no sólo está dormido. Tiene una pesadilla. Su grado de inconsciencia es tal que no atiende los llamados de sus compañeros. Vive su propia película. 

Sueña en este momento que el profesor intenta asesinarlo y disecarlo para analizar su anatomía. Él corre. Corre tan fuerte como le es posible. Pero lo hace en vano. Su verdugo lo alcanza. ¡Luis! Lo llama mientras lo agarra del hombro. Al abrir los ojos, ve de frente al hombre que intentaba quitarle la vida en el sueño. El impacto es tan grande que grita aterrado. 

El profesor no lo soporta. Lo echa del curso. El sueño sacrificado es inútil. Luis reprueba Anatomía en medio de las carcajadas de sus compañeros de clase en la Facultad de Medicina de la Universidad de Guayaquil. Uno de ellos, el doctor Orlando Pin, revive la anécdota para siempre en su libro biográfico, Madre Vida.