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Mis Historias Urbanas
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Mis Historias Urbanas: Ellas
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5 de marzo, 2017
Ciento veintinueve mujeres murieron en un incendio en Nueva York por pelear por sus derechos un 8 de marzo de 1908. Son pocas las féminas que conozco así. Mis abuelas, Blanca y Azucena, son mi ejemplo. De las dos aprendí a ser mujer con carácter.
La primera crió sola a cinco hijos, con dos trabajos. La segunda pudo gritar un día que estaba cansada de la violencia intrafamiliar y la empezaron a respetar. Lleva con él casi 50 años. Y se aman hasta el infinito.
Luego vino mi única tía, Bella, por quien aprendí que la independencia es lo más importante que puede acompañar a una mujer. Trabajó, pagó sus diversiones, sus caprichos y se negó a ser objeto de alguien más. Fue ella, también, quien me enseñó a ser auténtica. A no fingir. A decirle a la vida: Esta soy.
Mi madre y mis hermanas pudieron enseñarme que la maternidad prematura no es tan mala, y que el amor por los hijos puede vencer los más oscuros miedos... Admiro a las mujeres de inteligencia emocional bien puesta y a las que saben que el verdadero cultivo del éxito no está en el cuerpo sino en el cerebro. A las que son dueñas y señoras de su vida, a las que dejaron de ser sumisas y mucho más a las que nunca lo fueron. A todas ellas, feliz día.
Luego vino mi única tía, Bella, por quien aprendí que la independencia es lo más importante que puede acompañar a una mujer. Trabajó, pagó sus diversiones, sus caprichos y se negó a ser objeto de alguien más. Fue ella, también, quien me enseñó a ser auténtica. A no fingir. A decirle a la vida: Esta soy.
Mi madre y mis hermanas pudieron enseñarme que la maternidad prematura no es tan mala, y que el amor por los hijos puede vencer los más oscuros miedos... Admiro a las mujeres de inteligencia emocional bien puesta y a las que saben que el verdadero cultivo del éxito no está en el cuerpo sino en el cerebro. A las que son dueñas y señoras de su vida, a las que dejaron de ser sumisas y mucho más a las que nunca lo fueron. A todas ellas, feliz día.