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Buena Vida
‘Meados’ del Tungurahua dieron fama a Baños
El turismo es la principal fuente de ingresos de esta localidad que celebró un aniversario de cantonización.
Baños de Agua Santa, de la provincia de Tungurahua, es una ciudad que no tuvo fundador. Se fue poblando con pequeños grupos de indios (antes de la conquista), mestizos y españoles que comercializaban productos desde el Oriente y la Sierra. Así comenta el historiador Jorge Ortiz.
Según el conocedor de esta ciudad, en 1553 llegaron los dominicos a evangelizar ese sitio. Después, en 1541, arribaron soldados españoles acompañados de indios puruhuaes.
Los transeúntes que se desplazaban de la Sierra al Oriente por esta zona se quedaban en esas pequeñas fuentes para descansar y bañarse en el ‘ishpaypae’, que en castellano significa Meados de la Mama Tungurahua.
Las concurrencias aumentaron con el paso del tiempo porque se difundieron más los beneficios de las aguas termales de la zona.
La transformación del lugar con el paso del tiempo la ha llevado a convertirse en un paraíso por su clima, sus paisajes, montañas y por estar al pie del volcán Tungurahua.
Guido Proaño, operador turístico y vicealcalde del cantón, informó que en la actualidad las piscinas de aguas termales son administradas por la Municipalidad y son el principal medio de ingreso para la entidad. Existen cuatro termas cuyas aguas llegan del coloso.
EL RUGIR DEL VOLCÁN
El volcán también ha marcado la vida de la ciudad. El viernes 15 de octubre de 1999, por primera vez en la historia, unos 14 mil habitantes de Baños de Agua Santa de ese entonces fueron obligados a salir de sus casas y propiedades. Ellos se asentaron en otras poblaciones de Tungurahua y de Chimborazo.
Hasta ahora recuerdan cómo la naturaleza y las fuerzas vivas los obligaron a evacuar. Entre mayo hasta inicios de octubre de ese año el volcán Tungurahua dio muestras de reactivación. “Hubo muchas lágrimas, tristeza y desesperación porque el baneño ama a su tierra y está acostumbrado a trabajar duro”, expresa Luis Silva, alcalde del cantón denominado ‘Pedacito de cielo’.
Las fuertes explosiones en las que volaban de un lado a otro rocas incandescentes, la lluvia de ceniza y los apagones de luz asustaron en ese tiempo a los habitantes.
El 17 de octubre de 1999, la ciudad que está a 8 kilómetros de la cumbre de la Mama Tungurahua quedó medio desértica.
La urbe quedó bajo custodia policial y militar y tres sacerdotes dominicos se quedaron a cuidar a la imagen de la protectora de la ciudad, la Virgen del Rosario de Agua Santa.
Luego de tres meses los baneños se organizaron y conformaron la ‘Hermandad Baneña’ y unieron fuerzas para volver a su tierra. Eso fue el 5 de enero del 2000 y desde ese tiempo se volvieron más fuertes y se adaptan a toda circunstancia de la naturaleza.
Los baneños convirtieron al volcán en su aliado y ahora con esta nueva normalidad por el coronavirus también se acostumbran. (YIE)