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Buena Vida
Inmaculada Concepción: 116 años de devoción y milagro
Por festividad en honor a la Virgen María, en la capital azuaya se recuerda cómo colocaron una efigie en una colina con dirección al Centro Histórico
La fe en la Virgen Inmaculada Concepción le habría permitido a César López, un ingeniero agrónomo, de 41 años, sobrellevar y recuperarse de un cáncer en la cabeza, enfermedad que sufrió hace ocho años.
Él cuenta que su amor a esta advocación mariana nació cuando estudiaba en el colegio Agronómico Salesiano y siempre fue partícipe de los actos religiosos, como prioste, acudía a las misas y a procesiones.
Las bendiciones les llegaron un año y medio después, con la sanación, tras ser sometido a intensas terapias. Este suceso milagroso motivó a López a creer más en la Madre celestial. Por ello, en este diciembre, aunque los actos están limitados por la pandemia, él no deja de participar en la festividad a la Inmaculada Concepción.
En efecto, la Arquidiócesis de Cuenca anunció que por las fiestas de la Inmaculada, este lunes 7 y martes 8 de diciembre rezarán el rosario y oficiarán cuatro misas en la mañana, con aforo controlado.
IMAGEN DE ALEMANIA
La devoción a la Inmaculada Concepción en Cuenca, provincia del Azuay, data de 1903.
Durante la celebración del cincuentenario de la proclamación del dogma de la concepción de María por parte del papa Pío IX, en la capital azuaya se decidió levantar una imagen de la Virgencita.
Por registros históricos religiosos e investigaciones de Adolfo Parra, que plasmó en su obra ‘Tradiciones de los barrios de Cuenca’, se conoce que los sacerdotes Joaquín Martínez y Abelardo Andrade, junto con el poeta Miguel Moreno, gestionaron el plan.
Ellos habrían aprovechado que el periodista Honorato Vásquez era ministro del Exterior, en Madrid, España, para adquirir una imagen.
La efigie para la ciudad fue elaborada en bronce por la Casa Mayer, de Alemania.
En presencia de cientos de feligreses, el 8 de diciembre de 1904, en una colina con vista al Centro Histórico se colocó la imagen sobre un pedestal de mármol y una placa que dice: Azuay a María.
El monumento se convirtió en parte de la historia religiosa de Cuenca junto a una antigua capilla donde se rendía culto a la Inmaculada Concepción.
En 1928, con la llegada de la Congregación de los Carmelitas Descalzos, el barrio fue constituido en parroquia eclesiástica bajo el nombre de Nuestra Señora del Carmen.
El párroco Pablo Mogrovejo explicó que los Carmelitas declararon a la Virgen del Carmen patrona de la parroquia, sin embargo, al pie de la antigua capilla, en una plazoleta especial, está la escultura como recuerdo del acontecimiento de diciembre de 1904. (JM)