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Buena Vida
Hospedaje a la generosidad
La solidaridad se aloja en un hotel cuencano, el cual recibe en sus instalaciones a alumnos de escuela, colegio y universidad, quienes gracias a sus equipos e internet pueden estudiar online
Ya no hay fiesta, baile ni tragos. No hay quinceañeras que celebrar. El salón en el que antes se realizaban matrimonios, cumpleaños u otros eventos sociales, es ahora un aula de clases.
Y el personal del hotel que antes se ‘sacaba el aire’ con la atención al cliente, ahora hace las veces de ‘profes’, pues ayudan a mantener la disciplina y el orden en el lugar.
Con menos turistas, debido al fuerte golpe recibido por la pandemia del COVID-19, que incluso provocó que varios hoteles cierren sus puertas por la ausencia de huéspedes, hay quienes decidieron mirar al frente y dar hospedaje a la solidaridad.
Esa fue la decisión que tomaron los hermanos Oswaldo y Hugo Vanegas, propietarios de Kuna Hotel, ubicado en la avenida de las Américas y Luis Cordero (norte de Cuenca).
El salón de eventos del lugar, cuya capacidad es para 70 personas, actualmente alberga a 35 estudiantes de primaria, colegio y universidad, quienes se dirigen al punto para recibir sus clases online.
“Nos estamos reactivando con las visitas de nuestros huéspedes y eso solo es la bendición de Dios por el servicio que prestamos a los estudiantes. Es más, una de las personas que se hospedaba en nuestras instalaciones nos ayudó con los gastos de la colación por una semana; y empresas que trabajan con nosotros nos han colaborado con el desayuno. Más que recursos para ayudar lo que se necesita es voluntad”, relata Oswaldo.
No hay límite de horarios
El hotel presta sus servicios y equipos de lunes a domingos, en la mañana, tarde y noche. Solo deben registrarse y pueden permanecer el tiempo que requieran.
“En mi casa mis dos hijos estudian, veía cómo se disputaban el computador y me dije: “si nosotros que tenemos recursos lo estamos padeciendo, cómo estarán los niños que no tienen celulares ni internet en casa”, cuenta el gerente Oswaldo Vanegas. Así, el plan arrancó en septiembre, con el inicio escolar en la región Sierra.
Empezaron con cuatro máquinas, actualmente tienen 12 equipos, entre laptops y computadoras de escritorio.
“Dentro del grupo están cinco hermanos. Su madre pensaba sacarlos de la escuela porque le era imposible conseguir tantos equipos para que ellos pudieran estudiar”, manifiesta Oswaldo.
Las medidas de bioseguridad también hacen acto de presencia: el uso de mascarillas y mantener el distanciamiento social (dos metros). Y para evitar aglomeraciones distribuyen a los chicos entre el lobby y la sala de internet.
Asimismo, hay jóvenes que llevan sus celulares y se conectan de la red del hotel, por eso ampliaron la banda ancha del lugar para que no tengan problemas a la hora de conectarse.
El personal estuvo presente en el Juramento de Bandera de algunos de los colegiales; el cual ha sido parte de sus logros académicos.
Cuna solidaria
“Desde hace ocho años funciona el hotel, cuyo nombre tiene dos connotaciones; una el mobiliario en el que reposa un bebé y la otra se refiere a uno de los sufijos más usados en el quechua, el cual permite hacer el plural, pues es el equivalente a la ‘s’ en el castellano.
Este sitio es la cuna de la solidaridad y siempre se piensa en plural, pues no hay reservaciones para el individualismo.
Los registros del corazón
Esta no es la primera vez que el personal del hotel piensa en el prójimo. El año pasado, en el Día de las Madres hospedaron gratuitamente a una abuelita, una madre soltera y a una persona vulnerable. Les llevaron el desayuno a sus habitaciones, acompañado de una emotiva serenata. “Ellas estaban felices, pues nunca habían salido de sus casas”, señala el gerente.
También en el Día del Niño el hotel recibió a un grado de una escuela de escasos recursos, cuyos alumnos disfrutaron de la proyección de una película y refrigerio.
Para Navidad organizan otro evento con el respectivo protocolo.