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Personaje
¡Se graduó a los 74 años!
A esa edad, Sara Arias se convirtió en bachiller de la República del Ecuador. La COVID-19 no pudo opacar la ceremonia de la madrina y fan de la banda de Zámbiza.
Hace 60 años que Sara Arias no se sentaba sobre un pupitre ni entraba a un salón de clases. Sin embargo, luego de jubilarse, en el 2015, decidió matricularse a escondidas en la Unidad Educativa Pedro Luis Calero, en la parroquia Zámbiza, del Distrito Metropolitano de Quito. Fue parte del proyecto EBJA (Educación Básica para jóvenes y Adultos), del Ministerio de Educación, a través del cual pueden terminar su escolaridad.
El estrés y un ‘bajón’ en su salud fueron las razones por la cual doña Sarita se inscribió en el plantel. “Siempre ha sido activa, trabajadora y el no tener qué hacer la estaba enfermando”, manifiesta Maribel, su hija.
“Me metí a estudiar para poner en movimiento mi cerebro, por cuestiones de salud. Y cuando ingresé me sentía mejor”, dice la septuagenaria, quien retomó sus estudios desde octavo de básica y de allí se fue de largo. En sus cinco años de colegio solo faltó una vez (por un asunto personal), jamás llegó tarde ni se quedó de supletorio.
A todo lo que ella se ha dedicado en la vida le ha puesto mucho esfuerzo, como vender espumilla, cargar cascajos y lavar sábanas y toallas en un hotel de Zámbiza.
Esa misma entereza la aplicó en su instrucción académica. En ocasiones dejaba de comer o se quedaba hasta la madrugada haciendo sus tareas, pero nunca renegó, al contrario, al día siguiente venía feliz a contarle a su familia las excelentes notas que sacaba, producto de su ahínco. Para ella querer es poder.
Casi se la ‘saca’
Nunca esperó que la vieran como la abuelita a la que debían regalarle los puntos solo por pura simpatía o pena, ella se ganaba sus buenas calificaciones. Sin embargo, admite que ‘pataleó’ con inglés y matemáticas, sacando 7,50 de puntaje. Su asignatura favorita fue filosofía y le encantaban los mapas. “En física el licenciado nos decía que usáramos la calculadora no más, pero para mí era más complicado, por eso cogía papel y lápiz y a punta de cabeza desarrollaba las operaciones matemáticas”, indica.
Una vez pensó en retirarse y lo comunicó a las autoridades del centro educativo, quienes no aceptaron esa decisión y la respuesta fue “usted es nuestro orgullo”, señala Yohanna Jacomino, docente coordinadora del proyecto EBJA.
Sus otros honores
No solo ha sido una destacada alumna, también es excelente madre, abuela, tía y hermana. Para ella el estudio es tan importante que ayudó a tres de sus 11 hermanos a terminar la secundaria, cubriéndoles los gastos. Siempre está pendiente de sus seres queridos, no únicamente en estos tiempos de COVID-19. Aunque afirma que varios de ellos han sido contagiados del virus pandémico y ya se están recuperando. “Desde que falleció nuestra madre, ella ha ocupado su lugar, no porque le tocó por ser la mayor de todos, no, sino porque ella ama a la familia, indica Polo Arias, su hermano.
Asimismo ella es buena ‘veci’. Es famosa por compartir su colada morada en el Día de los Difuntos, y fanesca en Semana Santa… Y aunque el coronavirus frenó su pachanga de graduación, no impidió su ceremonia, la cual fue desarrollada vía Zoom, y la pudieron ver familiares de otras provincias.
Igual esperan, cuando sea posible cumplir su anhelo: celebrar su graduación con su agrupación favorita, la banda de Zámbiza, de la cual es su madrina y dos de sus hermanos miembros de ella. Por ahora Sarita sueña con estudiar medicina o poner un emprendimiento de manualidades y tejidos, porque tiene esa habilidad.