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La infancia es el camino que prepara al niño para la vida. Él será un adulto emocionalmente estable si sus padres le enseñan a expresar y gestionar lo que siente.Romina Almeida / EXTRA

Familia: Las emociones de los más pequeños, algo que cuidar

Si tu hijo se enfada, tiene miedo o llora... no lo reprimas, acompáñalo en ese momento. Así como las habilidades físicas, las psicológicas también necesitan práctica y tiempo

Las rabietas o berrinches son parte normal del desarrollo de los niños, pero si reprimes sus emociones le puede traer consecuencias. Los primeros años de vida, los infantes sienten un sinnúmero de emociones y en un inicio no saben lo que están sintiendo ni cómo manejarlo.

En estas etapas, los padres, educadores o cuidadores no deben de frenarlo, dice la psicóloga clínica y especialista en Gestión en la Calidad Educativa, Geovanna Carrera.

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¿Por qué lo aplacarían? La psicóloga y educadora de Disciplina Positiva, Cecilia Merino, menciona varios factores, uno de ellos es que repetimos patrones sociales, culturales, afectivos y educativos.

“Enseñamos lo que aprendimos. Si como adultos no sabemos gestionar nuestras emociones, será difícil encaminar a los niños a un buen manejo de estas. El ritmo de vida actual deja poco tiempo de calidad para convivir con los menores y eso hace que el uso de las tecnologías y terceras personas sean los referentes emocionales de ellos”, señala Merino.

Un abrazo es ideal para esos momentos de desborde emocional de tu pequeño.Romina Almeida / EXTRA
“No minimicemos lo que viven y sienten, porque a nosotros nos parece algo fácil de sobrellevar o que no tiene alguna importancia”.Geovanna Carrera, psicóloga y educadora

Para algunos padres, el llanto les puede resultar intolerable, al punto de querer huir o acabar con él a toda costa. “Se olvida que llorar es parte natural del desarrollo infantil, su principal forma de comunicación para expresar sus necesidades”, sostiene Carrera.

Cuando invalidamos los sentimientos (positivos o negativos), los limitamos en su aprendizaje afectivo y social. Pensar que con una frase descalificadora de su sentir lograremos un cambio comportamental es ilógico, el sentimiento no se detiene, se reprime, se esconde y luego no se canaliza adecuadamente.

“De ahí conductas irritables que podrían terminar en cambios bruscos de humor y afectar su desarrollo psicoafectivo futuro”, concluye Merino.

  • ESENCIAL: LA VALIDACIÓN

En los niños, expresar el miedo ayuda a buscar refugio, protección y a mantenerse seguros. Si se reprime se vuelve ansiedad, pesadillas o dolores físicos. Valídelo: “Sentiste miedo porque oíste la sirena, por eso corriste a mi cuarto, estás seguro”, sugiere la psicóloga y educadora Manuela Molina.

Si se reprime la ira de tu descendencia y no la validas, podría convertirse en explosividad.Romina Almeida / EXTRA

El enojo les permite poner límites y hace que defiendan lo valioso. Al reprimirlo, se puede convertir en explosividad. Valídelo: “No te gustó que tu ñaña pintara en tu hoja”. Usa tu gran voz y di: “Para”.

Si solloza le manifestamos: “Esa no es razón para llorar”, pero la tristeza les permite recuperarse ante la pérdida de algo valioso. Si la coarta, se transforma en depresión e irritabilidad. Valídelo y diga: “Estás triste porque se te perdió tu juguete, yo te acompaño”.

  • EXTRAtips

1. Hazte presente en el desborde emocional. Transmítele calma siendo su modelo a seguir. Puedes darle un abrazo, cargarlo. Escúchalo con atención, míralo a los ojos, si estás realizando otra actividad, déjela por un momento.

2. Descripción de situación y emoción. Cuando el niño esté calmado, que describa lo que sucedió y nombre la emoción que está sintiendo. Por ejemplo: “Entiendo que querías seguir jugando en el parque, pero ya era hora de irnos, por eso estás triste”.

3. Mantén el límite. Ser empático no quiere decir que vas a ceder en todo. Establecer límites tampoco quiere decir alzar la voz o enojarte. Que tu voz sea firme y neutra al expresarte. Por ejemplo: “Ahora no vamos a salir, es momento de ir a dormir”.

Trate de ser ejemplo en esos momentos, esté calmado y hable con su pequeño.Romina Almeida / EXTRA

4. Vital, el aprendizaje. Enseña una conducta apropiada para gestionar la emoción. Habla con ellos explicando cómo reaccionar mejor la próxima vez. Puede darse mediante el diálogo, cuentos, películas, etcétera. Pregúntale sobre las emociones de sus protagonistas, para que aprenda a identificar el sentir en los otros.

“La fortaleza de los niños está en la seguridad que logren sentir cuando son escuchados y orientados con respeto y amor por parte de su entorno”.Cecilia Merino, psicóloga clínica

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