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Buena Vida

El llamado efecto Grinch inicia con cuadros de tristeza e irritabilidad, que se pueden remotar a la infancia.pixabay

¿Te deprime la ​época​ navideña?

Las razones son variadas, pero puedes cambiar el fenómeno Grinch con gratitud y perdón

Para muchas personas, la época navideña está llena de alegría y de cambios, pero para otros es sinónimo de tristeza y melancolía. Se llenan de ansiedad y lo único que desean es que dicha festividad pase cuanto antes. Estos son algunos de los síntomas que muchas personas sufren durante la temporada navideña, incluso antes de que llegue.

Qué lleva a esta situación

“Suele pasar que cuando vemos las primeras decoraciones navideñas, se enciende en el cerebro una alarma que de forma automática nos genera una emoción que para muchos es alegría, amor, ilusión, el famoso ‘espíritu navideño’, pero para otros se genera un esfuerzo extra que desemboca en rechazo, estrés y malestar”, explica la psicóloga clínica Mariana Bermúdez.

Solo se puede salir de esa depresión con perdón y gratitud.freepik

En esta época del año aparece inevitablemente el llamado trastorno afectivo estacional o también llamada depresión navideña o fenómeno Grinch, en alusión a este reconocido personaje de cuentos infantiles creado por el Dr. Seuss, que fue llevado a la pantalla grande y cuya misión era acabar con la Navidad.

Este trastorno se manifiesta con irritabilidad, apatía, aislamiento, tristeza, soledad y, en los casos de una prevalencia depresiva, aparición de ideas suicidas. ¿Pero por qué, en plena época de paz y amor, podemos convertirnos en el Grinch de la Navidad, viviéndola con apatía y malestar? Aquí tienes las cinco razones que llevan a un ser humano a ese estado.

Razones

1. Porque la presión social consumista puede resultar aplastante. La autoexigencia y las altas expectativas en cosas materiales o experiencias que se ‘deben’ vivir en Navidad y Año Nuevo generan estrés, irritabilidad, competencia y la sensación de no ser suficiente. Esta interpretación negativa sobre lo que tengo que ser o dar es muy peligrosa, porque llega a distraernos de lo realmente importante en estas fechas.

2. Porque la época navideña está asociada a que el año se terminó, y esto hace que inevitablemente de forma automática nos hagamos una evaluación personal: ¿qué hice y qué no hice? Muchos pensarán cosas como “un año más y no bajé de peso, no hice ejercicios, no viajé, no me casé, no me divorcié, no ahorré...”, enfocándose en las metas prometidas pero no cumplidas. Esto nos baja el ánimo, por las altas expectativas autoimpuestas y que, según esta interpretación, son equivocadamente asumidas como fracaso.

"La época navideña genera una emoción que para muchos es alegría, amor, ilusión, el famoso ‘espíritu navideño’, pero para otros se genera un esfuerzo extra que desemboca en rechazo, estrés y malestar”, psicóloga clínica Mariana Bermúdez.

3. Porque la Navidad nos conecta de forma inconsciente y automática con nuestra niñez. Por un lado, puede hacernos rememorar experiencias amargas y heridas de abandono, recordándonos lo que nunca tuvimos ni recibimos; por otro lado, puede hacernos sentir melancolía por lo que sí tuvimos y hoy simplemente ya no está: familia, compañía, cobijo, ilusión. Percepciones que, si no son trabajadas y resignificadas, golpean emocionalmente y desestabilizan el presente, haciéndonos perder la ilusión.

4. En estas fechas es cuando más se sienten las ausencias de los seres amados que ya no están físicamente. Curiosamente, es en Navidad cuando se recuerda a los difuntos, más que en el 2 de noviembre. Aquello genera mucho estrés en las familias que han transitado una pérdida, pero también en personas que han terminado una relación sentimental significativa, han vivido un divorcio, han perdido un trabajo o están experimentando la migración.

5. Curiosa y penosamente estas celebraciones, manejadas sin inteligencia emocional, provocan muchos problemas maritales y familiares, debido a la exigencia que se autoimpone la pareja sobre dónde y con qué familiares celebrar las festividades, sin llegar a acuerdos conscientes y justos. Recuerde que no pasar con familiares tóxicos es también una opción saludable. El alcohol y los excesos también pueden arruinar la ’noche de paz’.

Cómo sanar

a. La gratitud es la llave maestra que nos enfoca en el presente, en el aquí y en el ahora; no en lo que no tuvimos, sino en lo que hoy somos, a pesar de lo que nos faltó. Escribe cartas cortas de agradecimiento en las que puedas ser muy explícita con Dios o el poder superior en el que creas, con tu pareja, con tus hijos (una a cada uno), con tus padres (aun si no están físicamente), con tus amigos más cercanos y por último con la persona más importante: tú misma. Describe cinco cosas por las cuales puedes agradecerles. Entrégalas físicamente, porque la gratitud no expresada es como envolver un regalo y no darlo.

b. Regálate perdón. Hay tantos estudios científicos que demuestran la renovación celular y de órganos del cuerpo enfermos a través de esa acción consciente, empezando por nosotros mismos y para aquellos a los que no queremos llevar en esta Navidad ni en los próximos años que tengamos el regalo de estar vivos.