Exclusivo
Cuerpeo
¡El último 'cuerpeo' del año es de dos horitas!
En Fin de Año abundan los 'rapiditos' en los moteles. Las ocupaciones de la época hacen que las habitaciones se utilicen por menos horas
Siempre es igual. En la semana final del año, las parejas van a los hoteles y moteles apuradas. Incluso con uniforme puesto, saliendo del ‘camello’. Pese al típico ajetreo de la época, sacan tiempo para el último ‘cuerpeo’, porque es ‘turro’ quedarse con ganas hasta enero.
Son días en los que la agenda está copada. Tanto así que no permanecen las cuatro horas que les otorgan por la estadía momentánea. La mayoría se encierra como máximo dos horas y media.
Jorge España, propietario de un hotel en el centro de Guayaquil, dice que luego de la pandemia de la COVID-19 los clientes cambiaron sus costumbres. Suben de ‘una’ a la acción, sin tanta ‘lámpara’.
“Antes llegaban con cervezas y tragos para pasarla bien, o compraban aquí, pero ya no es así. Tuvimos que quitar neveras de algunos cuartos. Actualmente, las parejas vienen a lo que vienen y ‘chao Lola’”, cuenta.
Cree que la crisis económica ocasionada por el ‘bicho’ pudo haber influido en este cambio. Pero lo que no ha muerto es el deseo de tener el último ‘canchis canchis’ del año.
El 30 y 31 de diciembre son bien movidos. Por las áreas de ingreso y recepción desfilan decenas de ‘tortolitos’. Suben. Bajan. La jornada se vuelve intensa. Y los empleados deben andar en el ‘corre corre’ para tener limpios los cuartos y recibir a los ansiosos huéspedes.
Los 30 suelen llegar usuarios hasta altas horas de la noche. Al día siguiente, la concurrencia es hasta aproximadamente las 19:00, pues ya la gente empieza a ‘guardarse’ para recibir el año en familia.
DÉCIMO ‘FOGOSO’
Basándose en un cálculo del número de habitaciones rentadas en diciembre, Jonathan García, administrador de un alojamiento en la vía a Daule, ratifica lo fuerte del deseo por hacer el ‘delicioso’ en el doceavo mes del año.
En esos 31 días se suelen hospedar, en promedio, de 120 a 135 parejas al día. El resto del año la cifra se mantiene aproximadamente en 100.
“Es el mejor período del año, mucho más que el 14 de febrero. Vienen muchos más clientes y se dan más los famosos ‘rapiditos’. Lo que nos hemos dado cuenta es que esto coincide con la entrega del décimo tercer sueldo”, refiere.
En el Día del Amor y la Amistad la dinámica es distinta, acota. Se manejan más con reservas y los usuarios le sacan el ‘jugo’ a sus cuatro horas. En cambio, en el ‘polvo’ final, los usuarios llegan a cada rato y se quedan menos tiempo. Esto permite rentar más cuartos.
No falta algún cliente frecuente y pícaro que en diciembre va más de una vez y con diferentes personas. Pero todo queda en ‘corto’, con la discreción que el caso lo amerita.
UNOS AMANECEN
Aunque, principalmente, las estadías cortas abundan, de dos a tres parejas reciben el nuevo año lujuriosos, en un motel.
Jonathan y Jorge comentan haber atendido a varias en estas circunstancias. Y ahí el tipo de servicio es otro. Se paga por una amanecida del 31 al 1 de enero. No escatiman gastos, piden cosas adicionales con tal de pasarla ‘rico’ y que esas horas sean memorables.
Por ejemplo, sí acostumbran a pedir y consumir bebidas como ‘bielas’, vinos, champán, o un ‘whiskacho’, para acompañar la velada de pasión.
Donde ‘camella’ Jonathan las posibilidades son más. Allí se venden juguetes sexuales. En las habitaciones hay un catálogo con una lista de algunos modelos, de diferentes tamaños, que vibran para estimular las zonas íntimas.
Hubo ocasiones en que los hospedados pidieron que les lleven uno de esos artículos, para que la ‘fiesta’ sea completa y sumar otra novedad a la ‘faena’.
El resto del 1 de enero, estos reductos ‘candentes’ son visitados poco. A muchos aún les dura la parranda o están en plena resaca por alzar de más el ‘codo’.
El 2 inicia lentamente el ritmo habitual del ‘motelazo’, con todos sus gemidos y frases de excitación característicos, aunque puede que alguien que no haya tenido ‘chance’ de ir en fin de año se aparezca recién, con ‘hambre’ carnal.