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Buena Vida
El Cristo Crucificado que da consuelo
Desde hace 60 años una imagen similar a una escultura española atrae a miles de creyentes
“...Cristo del Consuelo, Cristo de mi amor, ven cura la herida de mi corazón...” es el coro del himno que repiten miles de seguidores de Jesús, en la advocación del Cristo de Consuelo, y le expresan su confianza de recibir ayuda divina ante cualquier necesidad.
Aquel acto en el cual se dedicó un sitio para Cristo del Consuelo, estuvo presidido por el padre Ángel de María Canals, párroco de la iglesia del Espíritu Santo, y del arzobispo de la ciudad, monseñor César Antonio Mosquera.
Con el entierro de un bloque con unos botellones de vidrio que guardaban el acta y el programa de la ceremonia, en el sector de Lizardo García y calle A, rellenando el estero Salado, levantaron el templo que pronto fue centro de súplicas y agradecimientos de los creyentes y ahora es Santuario Nacional.
Un hombre que pudo recuperar la movilidad después de tocar la efigie de Cristo Crucificado marcó el inicio de la devoción que ha llegado a aglutinar a unos seiscientos mil penitentes que caminaron y oraron en el día en que la Iglesia católica rememoró la muerte de Jesús.
Desde el año 2017, la mayor manifestación de fe cristiana que se inicia en el santuario toma ruta y va hacia la explanada de la cooperativa El Cisne 2, calle Octava y la Ch, donde colocaron el monumento a Cristo del Consuelo, de 36 metros de altura.
La obra del escultor quiteño Nixon Córdova es el nuevo ícono religioso y turístico en la urbe porteña, con la cual destacan la más grande procesión de Viernes Santo en el país, la del Cristo que da consuelo a sus fieles.
Similar a una imagen que habló
La representación principal del Santuario del Cristo del Consuelo de Guayaquil es una representación muy parecida a una escultura del siglo XVII, obra de un artista español, que se veneraba en la capilla del Palacio del marqués de Quintanar, en Segovia, en España.
En los registros sobre los orígenes del Cristo del Consuelo se señala que dicho marqués siempre mostraba el Cristo porque este le habría hablado a san Antonio María Claret, el religioso fundador de los Misioneros Claretianos y de las Religiosas de María Inmaculada-Misioneras Claretianas.
Cuando dicho palacio fue vendido, la efigie pasó a manos del presbítero Genaro García Burgos, quien se la llevó a otra población española.
Una estampa de dicho Cristo llegó a Guayaquil en 1959, con los restos de un pariente de una colaboradora del padre Ángel Canals, quien murió en España.
Con la estampa, el sacerdote dispuso mandar a hacer una efigie similar. (IC)