Comer con las manos. Los niños descubren su alrededor a través de la vista y el tacto. Los que comen de esta manera desarrollan más rápido el habla por las texturas de los alimentos. Deja que tu hijo coma solo. 

Jugar bajo la lluvia. Esta acción la puede realizar en los días más cálidos. 

Deja que se ensucie. Esas experiencias sensoriales son muy divertidas. 

Caminar descalzo. Por si no lo sabías la planta del pie tiene más de 100.000 terminaciones nerviosas y estas se convierten en una explosión de sensaciones para el niño. Estar sin zapatos es parte de una rutina para estimular el desarrollo del cerebro y de los músculos. 

Tener contacto directo con las mascotas. Ellos no le temen a los animales, al contrario, su curiosidad los lleva a acercarse. Con esta actividad se ha demostrado que los niños que tienen animales desde pequeños desarrollan rápidamente el sentido de responsabilidad. 

Sembrar. Colocar una semilla en la tierra y estar pendiente de su desarrollo, hasta que brote y crezca la planta, es una experiencia única que ningún niño debería perderse. Si no tienes un jardín, siembra en una maceta.