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Buena Vida

Su hijo Anthony y Jhon son compañeros de la escuela. La disciplina y atención son indispensables en el ‘salón’.Romina Almeida-EXTRA

Conoce a la 'mami-maestra'

Martha Suárez revisa horarios, supervisa clases y tareas. Sin ser docente ejerce como una, su título no lo ganó en el magisterio, sino en el corazón de sus chicos

Es lunes, 08:15. Los hermanos Eloísa y Jhon Benites acuden hasta una vivienda ubicada en las calles Cristóbal Colón, entre la 23 y la 24, suburbio de Guayaquil. Allí es el domicilio de Martha Suárez, de 52 años, quien desde que inició el período escolar se ha convertido en su profe.

Ella los ayuda con sus clases online, les facilita los equipos, el internet; cuando hay billete les prepara su colación, los supervisa en sus tareas y cuando el expreso, una mototaxi, no los puede recoger, los regresa hasta su casa, en la 26 y la G.

Los hermanos Benites son recibidos y despedidos con mucho amor.Romina Almeida-EXTRA

Mónica Macías, madre de los Benites, los iba a retirar de la Escuela Municipal de Audición y Lenguaje, pues ellos no cuentan con dispositivos ni internet en su hogar. Es más a ella la despidieron del trabajo por reducción de personal.

Martha se enteró de la angustia de Mónica, la convenció de que no los hiciera perder el año lectivo y los invitó a su casa para que esta sea su centro de estudios.

Desde entonces los ñaños van de 08:30 a 11:30 a su salón de clases, la sala de la casa en la que Martha reside, ‘arrejuntada’ de sus suegros. Un espacio de 3 por 4 metros, que tiene como ‘supervisor’ al afiche del Corazón de Jesús, quien es ‘testigo’ del amor y la disciplina que aplica la profe.

Antes de hacerse cargo de los Benites, Martha lo consultó con su esposo Arturo Heras, mecánico de profesión, quien aprobó su iniciativa. Siempre se han apoyado, ella lo ayuda con la economía del hogar tejiendo gorros, ropas de bebés y carteras.

De 09:50 a 10:10 es el recreo de los ‘alumnos’ y siempre que hay ‘billullo’ les prepara el desayuno.Romina Almeida-EXTRA

‘Patalea’ con matemáticas

Se sienta detrás de sus ‘estudiantes’ para explicarles lo que no entienden. La materia que a ella más le cuesta es matemáticas, por eso trata de poner sus cinco sentidos en las clases.

A mis 52 años he venido a aprender la raíz cuadrada, las docentes tienen una forma muy ilustrativa de instruir”, dice la ‘mami-maestra’, quien afirma que con inglés no tiene problema, pues se graduó de secretaria bilingüe.

Su petición al Creador es que le dé salud para seguir ayudando a sus chicos: sus hijos y ‘alumnos’.

Ella es madre de cuatro vástagos, pero tres tienen discapacidad auditiva. Tatiana, de 33 años; Liliana 25 (ambas 84% de discapacidad) y Anthony de 13 (60%). La de 17 años, Viviana, es la única que puede oír de su descendencia.

Pero también quiere seguir velando por sus ‘alumnos’, Eloísa, de 9 años, quien cursa el 4to de básica, y Jhon Benites, de 14, que está en séptimo de básica, quienes la llaman ‘mami’. Ellos son felices de estar con ella y su familia, se sienten como en casa.

Martha desea que progresen, que sean profesionales y trabajen. Asegura que hará lo posible para que así sea y pedirá la ayuda del Corazón de Jesús, de quien es devota.

Martha le enseña a Eloísa a tejer, actividad que es parte de su terapia ocupacional.Romina Almeida-EXTRA

A los 20 años se enteró que su primera hija nació con discapacidad auditiva, luego la misma noticia ocho años después, la cual se repitió 12 años más tarde. Afirma que en lugar de renegar lo vio como una bendición que Dios le mandaba.