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Personaje

La entrega oficial de las armas que utilizaban los jóvenes, en 2007.Cortesía

Conoce un director de orquesta que ‘afina’ vidas con la música

Hace 13 años David Mejía creó el proyecto social ‘Armarte’, a través del cual 400 jóvenes han abandonado las drogas y la delincuencia

En 2007, el músico y pastor David Mejía descubrió el propósito de su vida: apartar a niños y adolescentes de las drogas y la delincuencia, a través de la música.

Todo empezó en una esquina del Guasmo Sur de Guayaquil. En ella estaban reunidos 20 jóvenes incluido Víctor, de 9 años, quien al ver que David se acercaba hacia ellos, escondió en su camiseta un revólver 38 de fabricación casera.

El niño le dijo que el arma no era de él, sino de Ezequiel, el ‘choro’ del barrio, y como los policías estaban haciendo una requisa se la dieron para que la escondiera, pues no lo revisarían por ser pequeño.

La escena le hizo entender a Víctor que el ocio era el mal consejero de esos chicos, por eso les formuló una pregunta que cambiaría sus destinos… ¿Quieren aprender música? Todos al unísono dijeron “¡sí!”. Luego del colegio, los muchachos acudían a la iglesia para tocar sus instrumentos.

Dentro de sus alumnos estaba Víctor, a quien tuvo que confrontar, pues el ‘pelado’ le había mentido aquella vez sobre el revólver. “El arma no era de Ezequiel, era tuya, y tú la alquilas en cinco dólares a los muchachos para que ellos hagan sus ‘vueltas’, para que roben”, le mencionó David en ese momento.

Víctor tenía armas en su casa por su padre, quien se encuentra en prisión cumpliendo una sentencia por homicidio.

Tanta fue la insistencia del ‘profe’ que el niño accedió a cambiarle el revólver por una guitarra Yamaha. Desde entonces su vida entona otra melodía y hoy trabaja en un almacén de música.

Así nació el proyecto ‘Armarte’, por medio del cual se han rescatado a 400 chicos de las pandillas y drogas.

Tanto hombres como mujeres se han unido voluntariamente al proyecto.Cortesía

Empezaron los cambios...

David recuerda a la mamá de Víctor, quien lo miraba mal. Un día ella se le acercó para contarle entre llantos que le dio manguerazos a sus hijos y a uno de ellos le reventó el ojo. “Si pierde la visión, me mato”, le confesó la señora, quien le pidió ayuda. Inmediatamente el ‘profe’ lo llevó al hospital y reunió el dinero para los gastos médicos. Dios hizo el milagro y le salvó el ojo.

Otro caso que lo marcó fue el de don Roberto, el más próspero del sector, quien no toleraba a los jóvenes, pues estos se robaban sus gallinas. En una de sus clases, David no tenía más que dos dólares y solo alcanzó a comprarles caramelos, pero eso día don Roberto les dio sánduches y colada. Dios tocó su corazón e hizo que cada domingo nos ayude con refrigerios”, relata.

Lo triste

Smith, un joven que se apartó del proyecto, tuvo un triste final. “Un día lo vi drogado y ebrio. Él me dijo: ‘Hermano, ore por mí porque hoy me voy al infierno’. No me acerqué porque estaba armado. Luego se escucharon unas detonaciones, le pegaron un tiro y falleció. Sentí que había fracasado y quise ‘tirar la toalla’, pero me acordé que hay más almas que rescatar y seguimos en ello con la misma pasión”, enfatiza.

Los músicos junto a su ‘papá’, así llaman a su director.Cortesía

Instrucción en centro educativo y conservatorio

Con el talento de sus estudiantes, David creó en 2007 la Orquesta Sinfónica Cristiana del Ecuador, de la cual es su director, pero ahora va tras otro sueño: abrir un plantel que abarque desde educación inicial hasta secundaria.

Este proyecto está contemplado para el próximo año y lo unificará con el conservatorio. “No solo hay que rescatar, también hay que prevenir”, dice el músico, quien cuenta con el equipo de maestros y los psicólogos que asistirán a los alumnos. 

“El campo de acción se ha ampliado, pues hemos instruido a muchachos de otras zonas, como la Perimetral, Monte Sinaí y la entrada de la 8”.David Mejía, pastor y músico