Terminaron las clases en la región costa y no sabe qué hacer con su hijo en este período vacacional, es más ya se está estresando porque cuenta con más de un niño en casa.

Usted no tiene plata para pagar un curso o taller (online o presencial, en el que se respete el aforo y las medidas de bioseguridad), pues por la pandemia en su trabajo le redujeron las horas de su jornada y, por ende, el salario o lo que es peor, su relación laboral terminó con su empresa por reducción de personal y anda ‘peloteado’.

A esto le suma el miedo a que su hijo se contagie con la COVID-19, por eso opta por mantenerla dentro de las cuatro paredes de su hogar.

Sus argumentos son válidos, pero que estén guardaditos no significa que los pequeños no puedan disfrutar de su tiempo de vacaciones. Estos meses para ellos sirve como oxígeno de su año lectivo, asegura la máster en educación infantil, Priscilla Campoverde, quien sostiene que en esta pandemia se ha incrementado la irritabilidad y la baja tolerancia a la frustración en los niños, las manifestaciones más comunes de la falta de contacto social.

Por el coronavirus estos tiempos se han vuelto tecnológicos, pero es esencial que usted con su ejemplo le enseñe a su hijo que estar frente a las pantallas no es lo único que puede hacer todo el día. Hágale ver que hay otras actividades divertidas e invítelo a ejecutarlas.

“Cualquier incitación sin demostración pierde efecto. Es ser modelo y consecuente con lo que pide a su hijo”, expresa el psicólogo clínico Miguel de la Rosa.

Tiempo para 'echar coco'

“El aburrimiento debe ser visto como la posibilidad de un momento de reflexión, contemplación, decisión e incluso a futuro de creación o ejecución de algo. No todo es diversión ni aprendizaje o éxitos, también deben darse un período para pensar, preguntarse, tomarse una pausa para revisar lo que uno desea. Esa es la utilidad real del aburrimiento”, manifiesta el experto en salud mental.

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