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Wagner Bravo: “Hay ‘fuerzas oscuras’ detrás del repunte criminal”
"No me retiré, me retiraron”, dice el general en servicio pasivo, quien ocupó importantes cargos en el Ejército. Habla sobre la inseguridad nacional.
Wagner Bravo nació en Ambato, capital de Tungurahua, en 1958. Se educó en la escuela de los hermanos Lasallanos en El Cebollar, Quito. El 4 de octubre de 1971 comenzó su carrera en el Ejército, en la Escuela Superior Militar Eloy Alfaro.
Fue combatiente del Cenepa, guerra contra Perú en 1995. Estuvo en la brigada de Fuerzas Especiales, la élite militar.
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¿Qué le dejó la guerra del Cenepa como experiencia?
Debemos comprender que somos la generación de la victoria. En enero de 1995, bajo la frase: “Ni un paso atrás”, del extinto presidente Sixto Durán Ballén, estuvo el país en pie, apoyando la decisión del mandatario y de las Fuerzas Armadas. Y eso debe dar una pauta a la nueva generación para enfrentar lo que estamos viviendo y así derrotar al terrorismo urbano y al crimen organizado. Ahora nos estamos viendo como gente pasiva, lo que es aprovechado por los delincuentes.
Usted dirigió al Comando Operacional 1 Norte en Imbabura. Ese cargo, ¿Qué le permitió ver en esa zona limítrofe?
La presencia del Estado colombiano en su frontera fue nula cuando estuve en el cargo desde abril de 2010 hasta abril de 2012. Y ahora es igual. En marzo (de 2023), un helicóptero del Ejército ecuatoriano fue atacado en la parroquia de Chical, Carchi (por subversivos del Ejército de Liberación Nacional). ¿Eso qué demuestra? Que el control no lo tiene el Estado colombiano, a pesar del anuncio del presidente Gustavo Petro de una combinación de operaciones para la vigilancia de frontera.
¿Eso significa que la situación fronteriza nos sigue afectando en temas de seguridad?
Desde mi criterio muy personal, considero que los males que tiene Ecuador es por la producción de cocaína en Colombia. Pero debemos tomar en cuenta la herencia política que nos dejaron. Los criminales vieron a un Ecuador débil, desinstitucionalizado ante una falta de visión de los estadistas de hace 20 años. La delincuencia organizada, que quiere mantener su negocio, ya está atemorizando a la ciudadanía. Están causando terror con todo lo que hacen: poner una bomba a un guardia o en gasolineras, entrar a un centro pesquero a disparar...
¿Cómo se combate esto?
Al terror no se lo debería combatir con la fuerza sino con el rigor de la ley. No solo depende de las Fuerzas Armadas o de la Policía, sino del Estado. ¿Y quiénes lo conformamos? Pues los 18 millones de ecuatorianos. El presidente de la República (Guillermo Lasso) tiene que crear ya una política pública clara que decante a que todos tengamos la prioridad de vencer al crimen organizado. Hay ideas de muchas personas, pero no hay algo conciso aún.
La gente dice que vivimos un período de paz antes de la pandemia y que todo se complicó cuando esta terminó ¿Cree que la criminalidad tuvo un repunte inaudito después de ese período?
En la pandemia, todos nos detuvimos, incluso el crimen organizado dedicado al narcotráfico. Toda esa droga se guardó y luego de terminadas las restricciones hubo este boom (de inseguridad). Pero debemos comprender algo también: debido a esa herencia de la que hablé, también la inseguridad explotó desde que el presidente (Lasso) asumió el poder el 25 de mayo de 2021. Me atrevo a decir que hay unas fuerzas oscuras detrás de todo esto.
Pero este año también ha habido un repunte terrorífico.
Es lo que yo me pregunto y deberían hacerlo los organismos de Inteligencia. Es bastante sospechoso que la delincuencia se haya incrementado en estos cuatro primeros meses y ni siquiera es un contexto que se dé para eso. ¿Qué quiero decir? Que este tipo de repuntes criminales los podíamos ver en fechas festivas, por el mismo hecho de la gran circulación de dinero que hay. Por eso resulta extraño.
Además tomemos en cuenta que a esto se suma la inestabilidad política, el juicio político contra el presidente (Lasso) y la amenaza de un paro nacional desde el sector indígena. ¿Cuál es la imagen que estamos proyectando? Que somos un país ingobernable y de delincuentes, pero eso no lo somos.