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¡No fue de covid-19, fue de un ‘veredazo’ fatal!
Pensaron que había muerto por COVID-19. Luego, por una herida en la cabeza creyeron que lo habían matado. Pero se había dado duro contra el pavimento.
Al principio, los testigos creyeron que el cadáver que yacía en una de las calles de Chilibulo, sur de Quito, se trataba de un caso de coronavirus. Luego pensaron que la persona había sido víctima de un crimen. Pero no era nada de eso. Aquel hombre había fallecido tras golpearse la cabeza contra el filo de una vereda...
Hasta que las unidades especiales de la Policía llegaran y los moradores trataran de identificar el cuerpo de César Pilamontes pasaron cerca de cinco horas. Tiempo en el que, según algunos moradores, el hombre, de 59 años, se pudo haber “salvado de la muerte”.
Eran las 09:30 del sábado pasado. Álex Rivera vio que un adulto mayor se golpeó contra una puerta y se desplomó en el suelo. El testigo no se asustó porque el anciano todavía se movía y cinco minutos después se puso de pie de nuevo. “Creía que estaba tomado”, indicó.
Sin embargo, Rivera no creyó que dos cuadras más arriba Pilamontes tendría una caída mortal. Se percató del hecho cuando vio que tres patrulleros cercaron la zona donde permanecía el cuerpo del señor cubierto con un plástico.
El morador les contó a los agentes lo que había visto, pero ellos llamaron a una ambulancia del ECU-911 para que enviaran un paramédico que certificara que no fuera una víctima más de la COVID-19.
Durante ese lapso, un vecino, quien prefirió no identificarse, contó que Pilamontes todavía se movía. Dijo que era médico y que pidió unos guantes a los uniformados para poder atender al afectado, pero no le dieron acceso a la escena.
“El señor quiso reaccionar, pero no hubo una persona que lo ayudara”, comentó.
Después de una hora y media llegó una ambulancia del Ministerio de Salud. El médico le revisó y confirmó que había fallecido hace pocos minutos y que no era un caso de coronavirus, pero les indicó a los agentes que, al parecer, había sido golpeado varias ocasiones por un objeto contundente en su cráneo porque presentaba heridas.
Por esta razón llamaron a la Dinased para que investigara un posible crimen. Pasaron tres horas y no llegaban los uniformados ni tampoco lograban identificar al adulto mayor.
Al mediodía, Matilde Chimba se enteró que un hombre había muerto cerca de su casa y salió para saber qué había pasado. Pidió a los policías que la dejaran ver el rostro del cadáver y se asustó cuando vio que se trataba del hombre que la vio crecer. “Él ayudaba a mi familia. Era amigo de mi hermana y cuando yo era pequeña jugaban conmigo”, recordó.
Chimba llamó a una de las hermanas del fallecido para darle la trágica noticia. Cuando Amparo Cárdenas llegó al lugar lamentó el hecho, pero sabía que algún día iba a pasar. “Mi hermano tomaba mucho porque le dejó su esposa”. Además añadió que Pilamontes tenía cirrosis hepática y que solía ser internado en alguna casa de salud cuando empeoraba. Sin embargo, la pandemia del coronavirus les impidió que lo llevaran a que sea atendido.
Una de las hijas que vivía con el señor no soportó verlo sin vida. Antes de acercarse al cadáver de su padre gritó: “Mi papito se fue” y se desmayó. Un policía junto a los vecinos la reanimaron y la llevaron junto al cuerpo de su progenitor para que se despidiera de él.
En ese momento llegaron los agentes de la Dinased, quienes descartaron que la muerte de Pilamontes fuera por un acto violento. Luego de tomar algunas evidencias, confirmaron que el hombre se había resbalado y golpeado contra el filo de la vereda. Esto habría ocasionado su deceso.
Los familiares comentaron que el señor sufría de ataques epilépticos y que había que estar cerca de él cuando esto sucedía.