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"A vender cualquier cosa hasta que abran la 18"
Las trabajadoras sexuales insisten en la reapertura del barrio de la tolerancia. El comercio informal es la opción que han encontrado las meretrices.
Han transcurrido cinco meses desde que el barrio de tolerancia o ‘la 18’ cerró por la pandemia de COVID. También es el tiempo que Michelle (su seudónimo) ha tenido que ‘buscársela’ ante la falta de un sitio seguro para ofrecer sus servicios sexuales, actividad que realiza desde hace 21 años.
Ella es una de las meretrices que evitan permanecer de pie en la calle 17 a la espera de clientes, como viene ocurriendo desde el 20 de mayo, fecha en que se activó el semáforo amarillo en Guayaquil.
Admite que permaneció unos días en dicha arteria del suroeste de Guayaquil, pero desistió por las continuas peleas por territorio entre las chicas y los ‘chulos’, el temor a la delincuencia y por las protestas de los vecinos.
Por ahora, Michelle se dedica a la comercialización ambulante de botellas con agua y mascarillas, aunque señala que no gana los $ 40 que se hacía diariamente en la ‘seis por tres’. “Ahora gano unos 10 dólares. Es poco porque la competencia es alta, hay muchos desempleados. Apenas alcanza para alimentar a mis tres hijos”, dice la mujer de 43 años.
Ella fue una de las meretrices que participaron ayer en el plantón en los exteriores de la Gobernación del Guayas para insistir en la reapertura de los bares, discotecas y chongos.
Brenda Rentería, dirigente del barrio de tolerancia, considera que el abrir los locales evitará que se sigan incrementando los bares y burdeles clandestinos, considerados focos de contagios del coronavirus.
Alexis, otra de las trabajadoras sexuales, coincide con Brenda, además de que dentro de ‘la 18’ dice sentirse segura, por los controles.
Comenta que con sus ahorros compró ropa y sandalias, mercadería que ofrece a sus compañeras. “Gracias a las pocas personas que ‘me hacen el gasto’ hago algo de dinero”, indica Alexis, quien a sus 28 años es madre de dos pequeños.
A la ‘plantonera’ acudió Luis, quien se identificó “como un cliente más de la 18”, aprovechando que tiene un negocio propio y vive cerca. “Aunque suene raro, extraño la bulla de la música, el movimiento diario. Ahora toca esperar”, expresa el hombre, de aproximadamente 30 años.
Michelle y Alexis permanecieron en la protesta, que duró dos horas y finalizó cuando uno de los dirigentes les informó que desde la Gobernación se anunció una reunión para el próximo miércoles. Por lo pronto, ambas mujeres seguirán laborando como vendedoras informales.