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Vendedoras dicen que no hay 'yapa' en los mercados
Las vendedoras de los locales de Sauces IV y IX afirman que no están dando el agregado. Expresan que el encarecimiento es una de las razones.
Para don Agustín, quien labora en el mercado de Sauces IV, norte de Guayaquil, la ‘yapa’ eran las tres ‘bambolinas’ que le daban en el peluquero cuando era niño, no lo que la Alcaldía de Guayaquil está promocionando para este fin de semana con respecto a los mercados municipales.
Según publicidad difundida en televisión y redes sociales, los compradores que acudan a los mencionados puntos de venta podrían llevarse un regalito por su compra; sin embargo, Alicia, ‘casera’ del mercado de Sauces IX, no sabe qué dar porque “ni yerbita” tiene.
“No hay cómo dar la ‘yapa’ porque hasta medio vacío está mi puesto”, comenta.
Hasta pasado el mediodía de ayer, Alicia calculaba que había perdido casi 40 dólares porque medio saco de zanahorias, que acorde a los vendedores mayoristas vienen desde Perú, resultó dañado de un día para otro. “Tuve que botar la mitad de las zanahorias y el saco me cuesta 80 dólares. Esto representa bastante para mí”.
Agregó que otros víveres de primera necesidad también están haciendo falta, ya que ella, para abastecer su puesto, va al mercado mayorista y no siempre encuentra lo que quiere. “A veces llegan los camiones con productos mezclados, pero uno necesita algo en específico”.
Y la historia se repite en otros puestos del mismo lugar y de otro mercado, el de Sauces IV.
Allí, doña María ni siquiera estaba abastecida completamente. No tenía verdes, le quedaban pocas papas y tampoco contaba con yerbitas. “Aquí no hay ni para uno”, exclamó la ‘caserita’ y, entre risas, comentó que mejor sería “ir a la tienda de quien lo ofreció”.
Ella afirma que, por no perder y porque no le alcanza para invertir tanto, lleva en pequeñas cantidades los productos a su negocio.
“¡Cómo puede ser posible que una ramita de cebolla blanca cueste un dólar!”, dijo don Agustín, a un lado de María. Pero, para las angustias, dice María que solo le queda confiar en Dios y rogarle que tenga misericordia.
“Este es el tiempo de las vacas flacas. Esperemos que pase pronto”, manifestó la señora.