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Personaje

A Liliana le ‘llueven’ sonrisas picaronas, piropos y proposiciones de toda clase. Su cliente casi se cae de la moto por contemplarla.Jimmy Negrete / EXTRA

Otra vendedora de aguas medicinales deja ‘sedientos’ a los clientes en el sur de Guayaquil

Liliana Plúas no solo usa ropa sexy para atraer a los usuarios, también la confecciona. Por su sensual ‘estrategia’ a algunos les han caído a golpes o los han ‘maleteado’ de sus casas

Está orgullosa de su ‘táctica’ para vender bebidas medicinales. A cada paso, Liliana Plúas Guerra tuerce la mirada de las personas que circulan por la avenida Domingo Comín y Las Esclusas, sur de Guayaquil.

Usa faldas, licras y vestidos ceñidos al cuerpo que parecen estallar, pero ella disfruta de su refrescante trabajo en esta ardiente ciudad. ¡Vende todito!

“Siempre he salido arreglada a trabajar. Por laborar en la calle no tengo que ir a la patada; como dice una canción: “Antes muerta que sencilla”, señala sonriente Liliana.

Hace 12 años se viste apretadita, y eso -asegura- le ha servido, porque antes vendía 30 o 40 botellas de boldo con sábila y concentración de montes (cedrón, diente de león, manzanilla, etcétera); actualmente entre 70 u 80. “Y eso que solo trabajo cuatro horas, pues tengo que atender a mis niños”, aclara.

Licras transparentes en diversos colores son sus favoritas.cortesía

De lunes a sábado, de 08:00 a 12:00, la guayaquileña, de 29 años, ‘camella’ sobre un parterre y comercializa aguas medicinales a 1 dólar.

Revela que no solo los camioneros, traileros, tricimoteros o motorizados son sus clientes, también mujeres. “Hay una señora que viene por diez botellas, es para su familia, les hace bien a sus vías urinarias”, indica.

“Ella no solo sana los riñones e hígado, también los ojos”, dice entre risas Erwin Macías, cliente de Liliana.

Con o sin problemas renales, muchos llegan hasta su puestoJimmy Negrete / EXTRA

‘Puñetiza’ y propuesta

A ella le pitan, silban, chiflean, le lanzan besos, pero hay quienes hasta se persignan cuando pasan a su lado. Algunas mujeres no la ‘tragan’.

“En estos doce años de sexy marketing, solo uno se propasó, me nalgueó. Mi hermano lo vio, lo siguió, se armó el zafarrancho y le dio una golpiza. Nunca más volvió a hacerlo”, recuerda.

De igual manera, Liliana cuenta con sus ‘guachimanes’, los vendedores informales de la zona, quienes la cuidan de que alguien se sobrepase en tocarla o se le robe el producto.

Otra de las situaciones que enfrenta la vendedora informal son las propuestas indecentes. Uno le pagaba 100 dólares si le dejaba tocar una ‘chichi’ y 200 por las dos. “Esta fue la que más risa me dio”.

Otros van solos a comprar sus agüitas curativas, porque cuando pasan por su puesto acompañados por sus ‘ñoras’... ni la conocen, es más a uno casi lo ‘maletean’, cuenta.

Las transparencias son las telas favoritas de la vendedora.cortesía

“Acá se acercan varios taxistas y conductores y me piden fotos o saludos para sus grupos de chats y una vez la esposa de uno vio mi foto y le hizo un problemón”, narra.

Pero también ha sido agredida, “me gritan ‘perra’, pero no saben que me levanto de madrugada a preparar mi producto, que paso de pie por horas para vender, que aguanto sol, lluvia y ofensas por mis hijos, a quienes salgo a atender luego del trabajo”, indica la madre soltera.

Aún no ha pensado en ‘colgar’ las falditas y retirarse de la venta callejera, pese a que sus hijos de 3 y 12 años le dicen que ya no quieren que siga laborando de esa forma.

“Yo les explico que por el momento este es mi trabajo, que así pago la escuela, el alquiler de la casa y me entienden. Todo esto es por ellos”, manifiesta Liliana, quien defiende su libertad para ganarse la vida sin ofender a nadie y su creatividad para atraer a los clientes, aunque a algunas personas no les guste. 

Esta falda es la vendedora, la usa en varios colores.cortesía

Confecciona su sexy 'cachina'

Dice que no es de mucha ciencia. Solo corta unos pedazos de tela tul elástica (tejido transparente) y hace del parterre su propia pasarela.

Corta, cose y algunas piezas solo las anuda y ya, sea una falda o un top. Cada semana planifica qué ‘cachina’ lucirá en el ‘camello’.

La prenda más vendedora es su falda verde que revela su hilo dental, esa la deja para los fines de semana y no deja nada para la imaginación.

“Mi hermana Lorena, quien vende en la avenida Vicente Trujillo y la 25 de Julio, usa licras, yo le hago a las transparencias”, indica.

“Da gusto verla porque es bien ‘camelladora’. Vine a dejarle mi décimo por comprarle sus aguas” (ríe).Erwin Macías, cliente
Varios son los outfits de su pasarela, la calle.cortesía
“No la juzgo, cada uno hace lo que le parece, yo no lo hiciera porque la gente es morbosa y piensa otra cosa”.Marta Vera, vendedora