Cuando Carlos Zambrano, conductor de una cadena de alimentos, leyó en X (antes Twitter) que en su ruta usual de trabajo, la vía a la costa, ya no podría circular a la velocidad a la que está acostumbrado (90 km/h) y que deberá bajarle ‘dos rayitas’, hasta los 70 km/h, se ‘paniqueó’ por el tiempo extra que le tocará ‘camellar’.

En una mini van Carlos reparte insumos a ciertos restaurantes de la zona al oeste de la ciudad y considera al tiempo su mayor reto para cumplir. “Mientras más rápido puedo andar, más entregas puedo realizar, obviamente respetando los 90 km/h que estaban permitidos”, explica. Pero con la medida que la Autoridad de Tránsito y Movilidad (ATM) dio a conocer en redes sociales en la mañana del martes 24 de octubre entendió que lo que le tomaba entre 25 y 30 minutos se le podría extender hasta a 45 minutos o incluso una hora.

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“Que hayan decidido bajar el límite de velocidad de 90 km/h a 70 km/h no es una decisión bien pensada. Eso no cambiará absolutamente nada. Los accidentes seguirán, las multas se mantendrán y ahí nos preguntaremos si de algo sirvió ese cambio que provocará más congestión en esta vía”, sostiene.

Para Carlos, lo que debe endurecerse son las sanciones, como en el caso del accidente en el que fallecieron tres ciclistas en junio pasado. La institución encargada del control vial en Guayaquil incluyó en el anuncio que desde el 2018 al 2023 son 176 los siniestros registrados, de los cuales han resultado 179 personas lesionadas y 18 fallecidas, argumentando en esto la decisión.

Sin embargo, Génesis Valdez, quien habita en una de las urbanizaciones de esta zona residencial y comercial, sugiere que las medidas para evitar accidentes, tal como lo expuso la ATM en el anuncio en redes sociales, podrían ser herramientas que “obliguen” a bajar la velocidad en esta vía.

“Al menos en los tramos más poblados podrían ubicar más semáforos y vigilantes acostados. Eso hará que la gente disminuya sí o sí la velocidad”, comenta, ya que para ella los ciudadanos “no respetan nada al menos que vean un radar”.

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Carlos Antepara, otro de los usuarios de la vía a la costa, coincide parcialmente con Génesis. “Los límites de velocidad son tácitos: los cumplimos solo cuando nos miden”, dice de manera tajante.

“Es en vano que se imponga esto cuando las personas van a la velocidad que quieran. Un estudio de tráfico bien dirigido y realizado puede hallar soluciones más prácticas que esta. ¿Por qué no se menciona como solución un carril de servicio del lado derecho? Una gran cantidad de personas habitan de ese lado y se incorporan a la vía para trasladarse a zonas cercanas, no así los del lado izquierdo que ocupan el carril de servicio para avanzar distancias cortas”, explica.

El gerente general de la Autoridad de Tránsito y Movilidad (ATM), José Franco Magallanes, en una entrevista con EXTRA aseguró que la decisión de disminuir el límite de velocidad en el área es un hecho “que responde a que el 33 % de los siniestros registrados se han dado por ir a exceso de velocidad”.

Por otro lado, ante la controversia alrededor de los radares que todavía están instalados en el área, Franco se limitó a decir que funcionan bien y que están cumpliendo con la normativa correspondiente. 

“Están homologados por la ANT, tienen las certificaciones técnicas correspondientes, además de la señalética necesaria (...), y no están mal calibrados como dice la ciudadanía. Y ojo, que no es mi interés defender los radares ni tampoco generar multas. Nosotros hemos verificado que están bien, cuando quieran puedo demostrarlo técnicamente. Si vemos que hay fallo rectificaremos. Pero ese no es el caso....”, argumentó el funcionario. 

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