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Un ‘peluchito’ aplaca la ausencia de su hija

Redacción Quito
Olimpia Iguago abrazaba un oso café de su hija Myriam Orestila Pacheco, cuyo cadáver fue hallado dentro de dos sacos de yute el 11 de febrero pasado, en un terreno de Cayambe, nororiente de Pichincha.
El peluche no fue enterrado con Myriam, como lo dicta la tradición indígena de su comunidad, Pisambilla, ubicada a una hora y media de camino en dirección hacia el nevado de ese cantón.
“Todas las cositas las sepultamos con ella”, dijo Iguago, quien cocina para los profesores de la Unidad Educativa General Antonio Elizalde de la localidad.
El poblado está ‘empotrado’ en una montaña, donde el frío paraliza. Doña Olimpia combatía la helada brisa con un chal rojo, una gruesa falda verde y un sombrero negro.
Hizo una pausa para ir a su casa y conversar sobre su ‘guagua’. A lo lejos, un perro flaco y con pelaje enmarañado ‘saludó’ a Olimpia. Se llama Beethoven, nombre con el que Myriam bautizó al animal.
Las paredes parecían terrones de azúcar morena. Para entrar, Olimpia empujó la puerta que se atrancaba. Adentro, el piso de tierra era irregular, como olas de mar.
En ese amplio espacio Iguago se reunía con los cinco de sus nueve hijos que se quedaron con ella. Ahora, el área está vacía.
Había camas destendidas en cada esquina del inmueble. “En esta dormíamos mi hija y yo. Conversábamos de lo difícil que estaba la situación y de la falta de trabajo”, rememoró Olimpia.