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Jaikson Gaspar, el joven atacado a fusil por un comando armando en el centro de Quito
La Policía indaga si el asalto sería por pugna de poder entre bandas. Una de las víctimas tiene historial delictivo
Jaikson Gaspar, de 28 años, habría sido el objetivo de los atacantes que ‘repartieron plomo’ en el sector de San Roque, en el centro de Quito, según indagaciones de la Policía.
El ataque ocurrió en un callejón sin salida que colinda con unos graderíos, cerca del mercado de abastos de la zona, la madrugada del 25 de junio.
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Gaspar estaba junto a sus panas disfrutando en una fiesta dentro de un domicilio.
A las 03:50 salió con dos amigos para mover sus vehículos que estaban parqueados en el callejón y empezó la ‘lluvia de balas’.
Ocho sujetos armados con fusiles y pistolas dispararon desde las escalinatas a los tres hombres, quienes utilizaron los vehículos como escudo para tratar de defenderse.
Rubén Holguín fue al primero que lo llevaron a una casa de salud porque estaba en condición crítica. Luego llevaron a Edison Calderón y a Gaspar para que sean atendidos.
INVESTIGACIÓN
El teniente coronel Juan Chacón, comandante del Distrito Manuela Sáenz, indicó que Gaspar registra antecedentes penales por tráfico de estupefacientes y robo. “Los atacantes tenían conocimiento que ellos pertenecerían a una organización delictiva”.
Se presume que este hombre sería el vínculo de relación con el hecho violento y se trata de determinar si el móvil sería por pugna de poder entre bandas. El oficial añadió que se desplegó más uniformados en la zona para evitar incidentes similares.
Extraoficialmente se conoció que Gaspar sería parte de una organización más grande liderada por alias Colón Pico.
Agentes de la Unidad Antidrogas indagan si el sospechoso estaría involucrado en un mal reparto de droga y si esta sería la razón por la que le atacaron. Además, indicaron que supuestamente alguien que estaba en la fiesta ‘sapeó’ que los tres hombres salían a esa hora de la madrugada.
Mientras tanto, los comerciantes y moradores de San Roque temen que vuelva a pasar un ataque similar. Algunos estibadores recuerdan que se escondieron debajo de los carros para evitar las balas.
Varias marcas que dejaron los proyectiles en las paredes y puertas de las casas todavía son visibles.
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