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La tragedia de los tres pescadores de la isla Puná: fueron robados, apuñalados y enterrados
Siete días después de su desaparición, sus cuerpos fueron hallados dentro de una piscina de producción de camarón, en el estero El Morro
Doouglas Armando Ortiz Pérez (53 años), Jonathan Ismael Vera Quimí (32) y Gabriel Grasiliano Baidal Méndez (59) no solo compartían el haber nacido en la isla Puná, perteneciente al cantón Guayaquil, sino también su dedicación a la pesca artesanal, una labor que, trágicamente, les costó la vida.
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Los tres pescadores desaparecieron el 5 de agosto, cuando salieron de sus casas para cumplir con su trabajo diario. Fueron interceptados en altamar, en el sector conocido como Aguas Piedras, por sujetos que se desplazaban en una embarcación. Sin noticias de ellos, dos días después, sus familiares acudieron a la Fiscalía y presentaron una denuncia por su desaparición.
“Pensábamos encontrarlos con vida. No perdíamos la esperanza, pero a medida que pasaban los días, la incertidumbre crecía. Nosotros también ayudamos en la búsqueda, salíamos en las embarcaciones, hasta que finalmente los encontramos, pero muertos”, comentó un familiar de uno de los fallecidos.
Los cadáveres de los pescadores fueron hallados enterrados la mañana del lunes en el interior de una piscina de producción de camarón, en el estero El Morro. Los habitantes se percataron de que un bulto sobresalía de la tierra y alertaron a la policía. Agentes de la Unidad de Personas Desaparecidas, encargados de la búsqueda de los tres hombres, llegaron al lugar y, tras cavar, sacaron los cuerpos y los trasladaron al Laboratorio de Criminalística y Ciencias Forenses de Guayaquil, donde confirmaron que correspondían a Douglas, Jonathan y Gabriel.
“En ese mismo sector, a escasos 60 metros, también encontraron 60 pomas de combustible. Esto alertó sobre la posible proximidad de los cuerpos. Fueron víctimas del robo de sus pertenencias y combustible”, indicó una fuente policial.
Los restos de los tres puneños fueron sepultados la tarde de ayer en un cementerio de la localidad. Uno de los allegados mencionó que las tres víctimas se conocían desde hacía tiempo y eran socios de una cooperativa de pesca en la isla Puná.
“Eran compañeros, amigos y socios. Su pasión era pescar. Pedimos justicia. No es la primera vez que uno de los nuestros muere a causa de estos piratas del Golfo, que no solo nos quitan nuestra mercancía, sino que también se llevan la vida de nuestros seres queridos, personas humildes y trabajadoras”, manifestó un pariente de una de las víctimas.
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