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Víctimas de asalto en autobuses narran sus historiasReferencial

El terror y la inseguridad viajan en los buses de Quito

Víctimas y testigos de asaltos cuentan los momentos de miedo e inseguridad que viven en estos días dentro de las unidades del transporte urbano

Eran las tres de la tarde del viernes 24 de julio. Gabriela (nombre protegido) se había embarcado en uno de los autobuses que recorre la avenida Seis de diciembre, en el norte de Quito.

El miedo a contagiarse de coronavirus había causado que la mujer, de 26 años, saliera de casa una sola vez a la semana. Iba rumbo a su oficina para entregar la documentación que había generado en esos días.

Ya a bordo de la unidad, Gabriela se ubicó en los asientos del medio, tratando de reducir al mínimo su contacto con los objetos a su alrededor. “Fue cuestión de segundos. Saque el teléfono para ver la hora y cuando alcé la vista un hombre me apuntaba con un arma”, recordó.

La usuaria nunca supo de dónde salió aquel sujeto. Tal vez ocupaba algún asiento del autobús o subió en la última parada, fingiendo ser un pasajero. Todo lo que ella sabe es que ese hombre alto y moreno le arrancho su móvil y huyó por la puerta trasera.

“En el bus había relativamente poca gente, pero nadie entendía que pasaba. Una señora gritó que me había asaltado, pero el conductor no hizo ni caso. Yo, en cambio, estaba paralizada”, recordó Gabriela.

Aunque en un principio, la afectada pensó poner la denuncia del robo, imaginó que el trámite sería bastante engorroso y seguramente presencial, por lo que prefirió no acudir a Fiscalía y exponerse al contacto.

“Lo único que hice fue llamar a la operadora para suspender el plan y repostar el robo. Lo que sí me indigna es que en medio de la pandemia, uno no solo deba cuidarse del virus sino también de los delincuentes”, explicó.

Un caso que se repite

Dos días antes de ese suceso, Mónica (nombre protegido) fue testigo de un asalto similar en una unidad de transporte público. Mientras ella desinfectaba su asiento, antes de acomodarse en este, escuchó unos gritos. 

Las dos personas, que minutos antes, esperaban el vehículo en la parada junto a ella, subieron a la unidad y encañonando con una pistola a los pasajeros, se apoderaron de celulares y carteras. "El chófer estaba separado por un plástico y creo que ni se enteró del asalto", comentó. 

Hasta que Mónica bajó del autobús (unas tres paradas después), ni ella misma ni ningún pasajero informaron al ECU-911 sobre lo ocurrido. "Creo que todos estábamos atónitos y asustados. Además muchos perdieron sus teléfonos en el atraco", concluyó.