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Sismo en Ecuador: Damnificados de Isla Puná esperan asistencia
En Campo Alegre, una de las 30 comunidades de la isla, se puede evidenciar que la fuerza de la naturaleza pasó por ahí
La isla Puná ya no tiembla, pero sí la voz de sus moradores cada vez que recuerdan cómo fue el trágico momento cuando más de 30 casas se vieron afectadas por el sismo de 6,5 grados, el pasado 18 de marzo de 2023.
En Campo Alegre, una de las 30 comunidades que conforman la isla, se puede evidenciar que la fuerza de la naturaleza pasó por ahí. Viviendas sin paredes, cartones improvisados como muros, escombros en los exteriores de las casas destruidas.
“Yo ya estaba lista para morir, creí que estaba en el fin del mundo. Lo único que hice fue ponerme debajo de la mesa (de plástico) y orar a Dios para irme con Él. Juro que creí que moriríamos todos. Fue un momento terrible”, dijo con lágrimas Mélida Gonzabay, una adulta mayor que se quedó prácticamente en la calle, luego de que su casa de dos plantas de construcción mixta se derrumbara.
“Fue horrible, todo se movía, las paredes comenzaron a caer y todas las cosas volaban por todos lados. Mi hijo entró a buscarme al cuarto y un pedazo de cemento le cayó cerca de la cabeza. Afortunadamente solo fue un corte, pero se vivieron momentos de terror”, relató Mélida.
Luego de lo ocurrido, ella permanece en el exterior de su casa ya que en el interior todo está destruido y el riesgo de que siga desmoronándose es grave.
Al llegar al único parque con el que cuenta la comunidad se pueden observar más de 10 casas afectadas. Yanire Chalén cuenta que en el momento del sismo sus dos hijas se encontraban solas en la vivienda.
“Justo había salido de casa y cuando todo empezó a temblar, escuché cómo una pared se caía y a lo que me percato era la de mi casa. Corrí desesperadamente porque mis bebés estaban solas, pero había un carro cruzado y me impedía el paso. Solo me dediqué a gritar lo más fuerte que podía”, relató la mujer que abraza fuerte a su esposo para evitar llorar al recordar la situación.
Chalén cuenta que luego de unos minutos vio que su hija mayor (7 años) había sacado a la más pequeña (1 año) y la puso a buen recaudo. “Cuando las vi rompí a llorar, creí que mis niñas estaban entre los escombros”, recuerda.
ESPERAN AYUDA
Según los afectados, días atrás “gente del Gobierno” llegó a revisar el escenario. “Estuvieron aquí algunas autoridades viendo los daños, pero nos dijeron que primero debían evaluar los daños para luego repararlo. Ojalá hasta eso no termine de caerse mi casita”, sentenció Melissa Torres, otra de las afectadas que espera ayuda.
En Campo Alegre, el único centro de estudios y el dispensario médico también se vieron afectados. Según los moradores, “unas cuantas paredes cayeron y otras quedaron cuarteadas por la fuerza del sismo en ambos puntos. Gracias a Dios no había ya clases”. Hoy, el centro de salud sigue atendiendo con normalidad.
Durante las noches, el escenario se torna tétrico. “Hay poca iluminación en el pueblo, combinado eso con las paredes caídas, los escombros y las calles vacías, todo se vuelve terrorífico”, se quejó el comunero Aaron Cevallos.
Para muchos, el sismo afectó sus fuentes de ingresos. “Toda la pared de mi casa cayó sobre una mesa que recién había hecho y destruyó mi refrigeradora. Yo hago jugos y vendo helados, pero ahora no podré trabajar. Mi única fuente se destruyó ¿Ahora qué haré?”, se preguntó Víctor Reyes, quien desde ese día no puede dormir. “Mi cama prácticamente está en la calle. Convivo con el terror de que la otra parte de la pared termine cayendo sobre mí”, pensó.
El panorama para los moradores es desalentador, sin embargo consideran que su tierra es bendecida, puesto que no hubo pérdidas humanas. Ahora solo esperan una pronta ayuda de las autoridades.
MACHALA: El aguaje fregó más a damnificados
Con palets y los pocos enseres que pudieron recuperar tras el sismo se instalaron en la calle, al menos 15 familias del barrio 4 de Abril de Puerto Bolívar, en Machala, provincia de El Oro.
En colchones bajo carpas, en la calle Olmedo, duermen hasta cuatro personas, pero la tarde de este martes 21 de marzo de 2023, la naturaleza volvió a golpear a estos damnificados.
El aguaje subió e inundó a los barrios de la orilla de la parroquia porteña. Se les mojaron los colchones que tenían en la calle. La mañana de ayer los secaban al sol.
La inusual subida del mar del martes puso con los pelos de punta a los ribereños de Puerto Bolívar, el agua de mar inundó calles y se metió en las casas. “Esto no lo habíamos visto antes, ha habido aguajes pero no como este”, dijo Miguel Cruz, habitante porteño.
El agua subió como nunca antes y hasta dos perros se electrocutaron.
El agua bajó a las 20:30 del martes y aún se esperan aguajes más fuertes este jueves y viernes.
“Estamos en la calle, los palets nos ayudaron para colocar los colchones. Solo damos gracias a Dios que esta desgracia ocurrió en el día, porque si hubiese sido en la madrugada, más víctimas tuviéramos que lamentar”, expresó Heriberto Eulogio Zambrano, damnificado del barrio 4 de Abril.
Su casa se desplomó en un 70 %, no la habita por el miedo que tiene de una nueva réplica y con el aguaje la gente salió de sus casas y prefieren pasar la noche en la calle.
Pese a que la Alcaldía habilitó un albergue en el coliseo Walter Sacco para que los damnificados puedan pernoctar, los de Puerto Bolívar prefieren quedarse en su barriada, debido a que en ese lugar están sus herramientas de trabajo, todos son pescadores artesanales.
“El terremoto me cogió en el mar, estaba pescando en el sector Las Huacas cuando sentimos que el mar se puso bravo, había olas grandes, de una prendimos la radio, escuchamos que había un sismo en Machala, alzamos la malla y nos regresamos a Puerto Bolívar”, contó Luis Tomalá, quien perdió enseres tras el colapso de una pared de su casa.
EN EL GUABO
Otra zona afectada es la de La Puntilla y Bajo Alto, en el cantón El Guabo, donde habitan pescadores artesanales y recolectores de cangrejos. Allí, unas casas se vinieron abajo por el movimiento telúrico.
“Necesitamos ayuda, somos como 15 familias que lo perdimos todo, gracias a Dios estamos vivos, pero sin nada, solo con nuestra embarcación de pesca, ahí nos tocó dormir ante la falta de casa”, mencionó Mauricio Ramírez, junto a su esposa y tres hijos.