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El telescopio de Eloy Ortega: estrellas, olvido y venta
El artículo de origen francés que le fue donado al astrónomo por un grupo de ciudadanos y del que se sabe muy poco, fue comprado hace más de 50 años por un coleccionista privado
Loco, brujo y mago fueron los calificativos más recurrentes para señalar a Eloy Ortega, un guayaquileño aficionado a la astronomía, a quien se le atribuye haber pronosticado temblores y terremotos, además del descubrimiento de la teoría del Sol frío, entre otras investigaciones.
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Este icónico personaje, nacido en 1900 y prácticamente olvidado por las generaciones actuales, posee desde 2018 una imagen en bronce levantada en el concurrido parque Centenario, como homenaje de la ciudad que lo vio nacer.
Desde niño, Ortega quedó deslumbrado por los misterios que guardaba el cielo. Ávido lector, solía ‘devorar’ los libros que le entregaba su padre, los mismos que vendía en el portal de una casa situada en pleno malecón de Guayaquil, especialmente aquellos que lo llevaron a desarrollar su vocación.
Su pasión por conocer más del espacio y los cuerpos celestes lo llevó a formarse en el Observatorio Astronómico García Moreno, en Quito, donde conoció a quien sería la madre de sus doce hijos.
Al inicio, su trabajo empírico lo realizó con un telescopio rudimentario que llevaba a los parques Centenario y Victoria para observar las estrellas. El mismo aparato que, según el historiador Melvin Hoyos, fue entregado por un familiar al Museo Municipal, donde se encuentra junto a otras pertenencias del astrónomo. Sin embargo, ese no habría sido el único telescopio que utilizó en sus estudios.
Al no tener dinero para comprar uno más sofisticado y de largo alcance, se formó un comité que agrupó a ciudadanos de varias provincias, detrás del cual hay toda una historia de solidaridad y generosidad que data de 1942.
Gracias al apoyo económico de esta comunidad, que respetaba y conocía su labor, el astrónomo pudo obtener el telescopio deseado. Uno de origen francés, marca Secretan, confeccionado en bronce y con un grueso soporte de madera de pino, que hace más de cincuenta años está en poder de un coleccionista privado que lo ha puesto a la venta.
Una emergencia médica
¿Cómo llegó a esas manos? Giovanny Reyes, investigador de personajes históricos y conocedor de antigüedades, recalca que el telescopio, de dos metros y medio de altura por dos metros treinta y cinco de largo, fue vendido por Eloy Ortega en 1976 a un comprador anónimo por una cifra no revelada, según un documento firmado por ambos guayaquileños. El dinero fue utilizado por el astrónomo para solventar una emergencia médica.
Actualmente, el telescopio lo posee Reyes, quien fue contactado por el dueño para que lo pusiera a la venta. “La persona que se comunicó conmigo tiene todos los papeles que certifican la veracidad del aparato. Lo quiere vender porque no tiene quien lo herede y seguramente terminará en la basura”, explica el anticuario.
Este artículo de gran valor, sobre el cual poco se ha hablado debido a que estuvo guardado, perteneció en primera instancia al coronel Geo Chambers Vivero, también aficionado a los astros, quien lo adquirió por 60 mil sucres, que al cambio actual serían unos 6 mil dólares.
Cuando Chambers se enteró de que un grupo de guayaquileños, riosenses y manabitas, liderado por Ismael Pérez Pazmiño, dueño del diario El Universo, se había unido para recaudar fondos y adquirir un telescopio usado que estaba en la sección de remates de la casa de empeños Monte de Piedad, decidió apoyarlos y propuso venderles su telescopio a un precio irrisorio, con un alcance tres veces mayor al del telescopio que Ortega utilizaba.
Durante la colecta popular se lograron reunir unos 6 mil sucres, que era el precio del telescopio del Monte de Piedad. Ese dinero fue entregado posteriormente al coronel Chambers, quien resultó ser el mayor donante. Además, le obsequió a Eloy Ortega un barómetro y dos termómetros para medir temperaturas bajas y altas.
Almanaque y teorías
Dicho aparato, de gran ayuda para el astrónomo, fue entregado en una ceremonia oficial. En 1947, Ortega publicó sus estudios sobre la teoría del Sol frío, que según Hoyos era una explicación interesante que se imprimió en formato de folleto.
De la misma manera ocurrió con la teoría de las manchas solares, que, según sus estudios, afectaba a la Tierra y a sus habitantes de forma climática, biológica y psicológica. También destacó con su trabajo sobre la lluvia artificial y el Almanaque Ortega, un símil del Almanaque Bristol, que durante 25 años creó y distribuyó personalmente.
El almanaque indicaba las fases lunares del año, los eclipses de Sol y de Luna, los santorales, épocas lluviosas, sequías, entre otros detalles importantes, que se convirtieron en una guía para las labores en el agro y la pesca.
Según Reyes, Ortega fue un hombre privilegiado que tuvo la oportunidad de ver pasar dos veces el cometa Halley, en 1910 y en 1986. De este tema dejó libros como ‘La teoría de los cometas’ y ‘Naturaleza del universo’. “Don Eloy Ortega dio mucho más de lo que recibió, al punto de haber muerto en la pobreza y en el olvido”, lamenta el anticuario.
Aunque fue catalogado como loco por sus conocimientos jamás reconocidos, la Revista Tecnológica editada por la Espol, lo cataloga como un pionero en la divulgación de la astronomía y la meteorología en Ecuador.
“Su obra no es reconocida como saber científico por un sector de la academia, aunque su práctica científica no solo fue metódica, sino también experimental, pese a ser empírica. Su vocación lo convirtió en comunicador en una época en la que Ecuador no apoyaba a los científicos. Sus dos publicaciones más importantes son ‘La teoría del Sol frío’ (1947) y el ‘Almanaque Ortega’ (1966)”, reseña la publicación.
Más de él
- En 1970, Eloy Ortega incursionó en la política como candidato a la Alcaldía de Guayaquil, en una contienda en la que resultó electo el Dr. Francisco Huerta Montalvo. Posteriormente, también fue candidato a la Vicepresidencia de la República, pero tampoco logró el cargo.
- Estudió en el Colegio Vicente Rocafuerte y, con el paso de los años, colaboró con varios diarios reconocidos del país, donde escribió sobre temas relacionados con la astronomía
- Siempre se caracterizó por vestir de terno y sombrero de paja toquilla, lo que le dio una imagen muy particular.
- Su labor didáctica y científica fue reconocida por varias instituciones. De hecho, un colegio lleva su nombre en homenaje a su legado.
- A lo largo de su vida, uno de sus mayores sueños fue crear una escuela de astronomía, un anhelo que no pudo cumplir.
- Falleció en Guayaquil a los 87 años, el 14 de marzo de 1987, sin una casa propia ni recursos económicos.
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