Exclusivo
Actualidad
TC Televisión: Un año del atentado y los desgarradores recuerdos aún duelen
Los trabajadores dicen que aún es duro recordar lo que pasaron. Uno de ellos ha pasado por dos cirugías en su brazo. Los delincuentes se lo quebraron
Hoy se cumple un año de una jornada de terror que muchos no olvidarán. El 9 de enero de 2024, el pánico fue transmitido por televisión abierta y a nivel nacional. Un comando criminal, armado con machetes, pistolas, escopetas y granadas, tomó las instalaciones principales de TC Televisión, en Guayaquil.
(Lea también: “Querían matar a Caterva en vivo": testigos de atentado en TC Televisión)
Un equipo periodístico de EXTRA recorrió los pasillos y rincones del medio de comunicación y constató que aún permanecen los orificios de los disparos en el set de grabación. Los trabajadores continúan con sus actividades diarias, pero al acercarse a consultarles sobre aquel día, a la mayoría, se les humedecían los ojos y la voz se les entrecortaba. Argumentaban que no pueden olvidar ni asimilar lo ocurrido. Casi pierden sus vidas, y aunque las terapias psicológicas que han recibido les han ayudado a avanzar, para algunos es mejor no hablar del tema.
Pese a ello, este Diario obtuvo los testimonios de periodistas y personal técnico que, durante 54 minutos, vivieron el pánico; incluso algunos fueron tomados como rehenes por un comando de 13 individuos que los amenazaron con armas de fuego, machetes y explosivos.
Testimonios de trabajadores de TC Televisión
Uno de ellos fue el reportero Emilio Zamora, quien recalcó que ese día fue muy triste y complejo. “Lo recuerdo con mucho dolor, por la forma en que ingresaron al medio e intentaron sembrar el miedo. Quién diría que eso ocurrió hace 12 meses. Hay muchas reflexiones al respecto. Eso marcó un antes y un después como país. Lo positivo, por así decirlo, es que afianzó nuestro compromiso de trabajar de manera profesional y honesta. Tenemos la obligación moral de vencer ese miedo todos los días”.
Emilio fue una de las personas que lograron esconderse. Estaba en la oficina editando una noticia cuando unos compañeros llegaron a avisarle que habían ingresado unos hombres, aunque desconocían sus intenciones. “Agarré mi celular y me escondí. Hay un sentimiento que por momentos no sé cómo describir. Después de unos 10 minutos, vi cómo a mi compañero José Luis Calderón le estaban poniendo dinamita en el saco, y no podía creerlo. Me arrodillé y oré para que nadie saliera herido. Es la primera vez que lo cuento. Oré para que se les ablandara el corazón a quienes entraron. Gracias a Dios, no pasó nada”.
El periodista recuerda haber pensado varias veces que no podía ser posible que su vida acabara en ese momento. Aunque aclara que no guarda rencor, le quedó la curiosidad de saber qué pasó por la mente de esas personas, si tienen el alma rota o qué los motivó a actuar así. “Hay dos o tres agujeros en la puerta del estudio y, cada vez que los observo, es como viajar en el tiempo. No puedes creerlo, pero piensas que es bueno poder contarlo para llevar un mensaje de paz, reconciliación y esperanza para sacar el país adelante”.
Ayuda psicológica, fue su mejor arma
Un trabajador que prefirió guardar el anonimato narró: “Fue un episodio tétrico y muy cruel. En mi caso, sentí la muerte por todo lo que pasó, lo que escuché y lo que vivimos. En un momento llegué a pensar: ‘¡Dios mío! ¿Qué es esto?’. Esta fecha no es grata desde ningún punto de vista. Acá estuvimos con jornadas de psicólogos que la empresa nos brindó. Estuvimos fuera del aire un par de días. Fue muy duro recordar aquel día. Ver vidrios rotos, cabinas destruidas… esas imágenes quedan grabadas en la mente”.
El eco de los gritos de sus compañeros y las detonaciones sigue resonando en su cabeza. Aprovechó esta entrevista para aclarar el rumor de que se había aprovechado el momento para poner al aire música de suspenso mientras ocurría el atentado. “Si hubieran estado en nuestro lugar, no habrían pensado que esto fue planificado. La música de fondo es la que caracteriza a El Noticiero. Con esa entramos y salimos de los cortes comerciales. No es que se musicalizó la situación; de hecho, seguimos utilizándola”.
A Stalin Baquerizo lo estaban buscando
Stalin Baquerizo, reportero del canal, menciona que actualmente la mayoría ha logrado superar, al menos en parte, lo sucedido. “Había llegado de una cobertura y recuerdo que viví dos momentos críticos ese día. Estábamos en la Fiscalía del Albán Borja, donde también ocurrió un hecho violento porque hubo una persona asesinada. Salimos de allí, y luego sucedió esto en el canal”.
Estaba editando su nota cuando llegó la alerta. Al principio pensó que se trataba de un robo. Lo primero que hizo fue buscar un refugio, donde se escondió sin ser encontrado. Durante ese tiempo oró e imaginó lo que sucedía afuera. Escuchó que preguntaban por un compañero y luego por él, lo que lo llevó a pensar que querían tener a un presentador o reportero en pantalla para transmitir un mensaje.
“Pensé que uno de los integrantes tenía el nombre Stalin, pero después, al hablar con las compañeras que fueron sometidas por los delincuentes, me dijeron que preguntaron por mí. Fue entonces cuando reaccioné al darme cuenta de lo que pudo haber pasado. No fui yo, pero fue mi compañero José Luis Calderón. Quizá, si hubiese sido yo, el desenlace habría sido distinto, ya que no todos tenemos la capacidad de mantenernos serenos como lo hizo él”.
Le quebraron el brazo y pasó por dos cirugías
Uno de los rehenes recuerda aquel 9 de enero como “el peor día de mi vida”. Su vida cambió. Estaba en el estudio, escuchaba gritos e insultos y, como estaban en un programa en vivo, pensó que se trataba de una grabación, por lo que salió a pedir silencio. En ese momento los vio y cerró la puerta.
Varios compañeros lograron esconderse, pero él y otro compañero no tuvieron esa oportunidad. A este último le dispararon en la pierna. Minutos después, accedió a abrir la puerta. “Pensé que era el fin del mundo para mí. Todos estaban escondidos; solo quedé con mi compañero. Como no abrí la puerta, me golpearon. Pensé que me iban a matar. Volví al trabajo tres meses después de mi cirugía. Me rompieron el brazo y, al mes y medio, me operaron de nuevo. Me pusieron una placa y un injerto de piel. Sigo en tratamientos y peleando con el seguro para que me indemnicen. Era una persona muy activa: jugaba fútbol, entrenaba artes marciales… ahora tengo un brazo menos”.
¿Quieres acceder a todo el contenido de calidad sin límites? ¡SUSCRÍBETE AQUÍ!