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¡En el suburbio, todos 'soplan' para su casa!
Los habitantes de esta zona de la urbe optan por ‘guardarse’ tempranito. Las conversaciones en las veredas, los juegos de los niños en las calles y las partidas de los pasatiempos para mesas ahora son peligrosos.
En tres diferentes puntos del suburbio de Guayaquil, las familias y los amigos van perdiendo un poco de lo que solían hacer para compartir tiempo ameno.
Es viernes y en la 16 y Samborondón Petete y Gansito ‘hacen su noche’ con una apuesta en la mesa de rumenaque, un juego de naipes muy popular. Ambos se ríen, bromean y ‘gozan’ entre partida y partida, de aproximadamente tres minutos cada una, porque “con los ‘panas’ se pasa mejor”, dice Petete, de 30 años.
La tertulia en esa esquina no es de ahora, sino que ya son más de 10 años los que la ‘gallada’, de entre 12 y 15 personas, hace de esa vereda el punto de encuentro de cada noche. “Vine aquí cuando cumplí 14 y ahora tengo 22, y ellos ya tenían ‘chance’ jugando”, relata Stéfano Ávila, otro fiel asistente. Pero la ‘joda’ no queda ahí: el voleibol también es motivo para poner ‘billete’ en juego todos los días, desde las 15:00 hasta las 19:00.
Wilson Román, morador de la 16 y Samborondón
Sin embargo, a pesar de que las reuniones son una tradición en ese barrio, “como a cualquier persona”, expresa Stéfano, a ellos también les “da miedo que llegue alguien desconocido y nos ataque”.
“Siempre he sido chiquito, pero cuando era niño salía a la calle a ‘pelotear’; ahora, a mi hija ni las narices le dejo ver, por todo lo que se escucha que les puede pasar”, comenta entre serio y en broma Gansito.
En medio de su temor, Petete lanza una frase que los ‘reconforta’ a todos: “Y si vienen, ya pues, de aquí lo sacamos a palo”.
Rapidito a guardar las sillas
En cambio, en la 19 y Ayacucho, sacar las sillas plásticas al portal de las viviendas, como lo solían hacer Emma Quinto y su hija Julieta Franco, ya no se puede, porque “la delincuencia anda que corre” por esa zona, afirma la menor de las dos.
“Nosotros salimos desde temprano porque queremos ‘coger aire’. Hasta hace unos meses nos quedábamos hasta las 23:00, pero ahora son las 20:00 y ya estamos guardando nuestras sillas”, dice Emma.
Ellas cuentan que los ‘engreídos’, los niños de la casa, saben que no deben pasar ni un centímetro de la construcción de la vivienda, porque la inseguridad está que ‘arde’. “En la esquina de Medardo Ángel Silva y la 19 se esconden en un terreno vacío todos los que roban en la 17. Por eso el dueño de la casa de al lado optó por construir un cerramiento”, asegura Julieta.
Al igual que esta familia, Carmen, quien reside en la 41 y García Goyena, se hizo de una ‘muralla’ con ‘barrotes’ de 19 milímetros de espesor al pie de su propiedad, para cuidarse de los ‘choros’.
Jorge Cordero, morador de la 41 y García Goyena
“No se vive en paz en ninguna parte y preferimos prevenir que lamentar. Más tranquilos estamos así”. Sin embargo, recalca que, pese a ello, esto tampoco le garantiza total seguridad.
El miedo incluso alcanza a los ‘panas’ de tragos en sectores como La Chala, donde amigos como Martín, Carlitos y Fufa ese mismo viernes aún ‘a medio tanque’ se ‘manda a guardar’ temprano. “Vea, apenas son las 9 de la noche, pero ya aquí no podemos estar tranquilos. Mejor me voy a la ‘caleta’ para ver la novela con mi doña. Qué más queda”, asegura un sonriente Carlitos mientras se despide de sus ‘panas’.