Dolores y molestias inexplicables, falta de aire, mareos… experimentar algo de ansiedad es normal, dicen los expertos. Sin embargo, esta emoción se ha salido de control en la vida de hombres y mujeres en los últimos años. Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), se calcula que un 4 % de la población mundial padece este trastorno, es decir, 320 millones de personas. Hay muchísimas.

Y, de hecho, el reciente estreno de la película de Pixar, ‘Intensamente 2’, lo expone: adultos y adolescentes identificados con Riley (la protagonista), con las palmas en las sienes y replicando sin pena “sí soy” en la escena en la que el personaje experimenta su primera crisis jugando un partido de hockey.

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Pasó en las salas de cine del país. Pero, más allá de la anécdota, ¿cómo cuidan su salud mental los ecuatorianos?

En Quito hay 2,6 millones de habitantes. Si nos basamos en el cálculo de la OMS y proyectamos ese porcentaje a la ciudad, el 4 % equivale a unas 104.000 personas que padecerían de este trastorno, que no llega solo. Sus síntomas, como irritabilidad, palpitaciones, sensación de peligro inminente, pánico, aumentan el riesgo de depresión, que a su vez puede derivar en comportamientos suicidas.

En las estaciones del Metro de Quito, ante la masiva afluencia de personas, aparecen pancartas enormes que dicen: “¿Ansiedad, estrés, depresión, tristeza? Teleconsulta en salud mental. Llame al 101, opción 9”.

Es gratuito. El servicio es proporcionado por el Municipio de Quito y funciona desde septiembre de 2023. EXTRA contactó al jefe de la Unidad de Atención Integral de Adicciones y Salud Mental de la Secretaría de Salud, Pablo Analuisa, quien explicó que las consultas telemáticas son una apuesta con alta eficiencia, cuyo origen ocurrió en la pandemia (2020). En la actualidad, hay gente que no tiene para un pasaje o el tiempo para movilizarse, debido al trabajo, lo que dificulta que tenga acceso a un psicólogo. Pero en este caso, la atención está a solo una llamada.

Detrás del teléfono no están estudiantes o voluntarios. Son 11 profesionales en psicología clínica, capacitados y especializados en psicoterapia breve. Hasta mediados de junio de 2024, llevaban un registro de 10.000 atenciones a ciudadanos desde los 12 años en adelante. De ellos 7.000 eran mujeres y 3.000 hombres. Pero no es solo una llamada. Funciona así: el profesional atiende al usuario, le hace un tamizaje para identificar el requerimiento y a partir de allí propone un plan terapéutico.

Analuisa explica que esta propuesta plantea entre seis y nueve sesiones de acompañamiento, dependiendo de la sintomatología de la persona. Son más frecuentes los casos de ansiedad y depresión. Las principales razones apuntan a problemas familiares o de pareja ocasionados por dificultades económicas: no tener empleo, falta de servicios básicos y, además, la falta de educación.

Años atrás resultaba ajeno escuchar a una persona decir que acude al psicólogo por padecer aquellos trastornos, pues -desde la ignorancia- se reprochaba: “¡No estoy loco!”. Sin embargo, actualmente los adolescentes y adultos quieren cuidar su salud y buscar terapia.

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Esto lo confirma la psicóloga y terapeuta de parejas guayaquileña Daniela Brando. Ella asegura que desde el período pos-confinamiento, las personas, en especial hombres de hasta de 30 años, buscan por sí solos asistir con un especialista que atienda sus necesidades de salud mental.

“Es sorprendente porque en la mayoría de los casos eran las mujeres las que tomaban la iniciativa, en el caso de las parejas. Pero, no tiene nada de malo que vengan hombres; al contrario, se nota que quieren sentirse bien de manera integral”, asegura.

Pero en la ciudad de Quito no solo la ofrece gratuitamente el Municipio. Por ejemplo, hay universidades que proporcionan el servicio a sus estudiantes o personal administrativo.

La semana pasada -12 de julio de 2024-, funcionarios de 33 universidades del país participaron en el taller denominado ‘Cuidado y Autocuidado de la Salud Mental en las instituciones de Educación Superior’. Según el Ministerio de Salud Pública (MSP), estas charlas se enmarcan en la Ley Orgánica de Salud Mental, cuyo objetivo es promover, regular y garantizar el pleno ejercicio del derecho a la salud mental de las personas en todo su ciclo de vida, bajo un modelo de atención integral y comunitario.

En el Puerto Principal también se desarrollan programas ‘grateches’ para los ciudadanos. Por ejemplo, el Instituto de Neurociencias de la Junta de Beneficencia de Guayaquil (INC) brinda atención a través de dos vías: Anima EC y la línea de crisis, es decir, una telefónica.

Eduardo Velarde, encargado del área de salud mental virtual del INC, comenta que la ayuda es gratuita, confidencial y anónima, y que se puede acceder a ella a través de Whatsapp o la aplicación Anima EC.

“Quienes atienden allí son brigadistas capacitados por la institución del Reino Unido, Samaritans. Tenemos 60 voluntarios activos, que son estudiantes en sus últimos años y cuatro psicólogos a cargo del equipo. De esto, hay algo que se debe tener en cuenta: la atención de crisis no es lo mismo que una atención psicológica. Esta última sí debe hacerse por profesionales, pero para las crisis hay un protocolo definido”, asegura.

Él enfatiza que la salud mental la hacen todos pero que solo unos son los que la tratan. “Si queremos una vida tranquila, es necesario que se trate en todos los ámbitos”.

La aceptación ha ido creciendo de manera paulatina y las cifras lo demuestran: en el último año se han descargado 8 mil veces la app; y para entusiasmar a los voluntarios, se pegan papeles con los mensajes de agradecimiento de los usuarios.

Para Pablo Analuisa, las estadísticas demuestran que hay una ampliación de la cobertura en problemas de salud mental. En cuanto a un aspecto cualitativo, las afectaciones y problemas que enfrenta una persona de manera individual a veces tardan generaciones en superarse. Por ahora, en la capital se teje una Red Distrital de Salud Mental, liderada por la Secretaría de Salud, de conformidad con lo estipulado en la Ordenanza Metropolitana 071-024, aprobada en marzo de 2024.

En las disposiciones transitorias de esta norma también se indica que la Empresa Pública Metropolitana Metro de Quito, con el apoyo de la Secretaría de Salud, incorporará en el plan de salud mental un programa para la prevención de suicidios en las estaciones. Si bien la publicidad de la teleconsulta aparece en las paradas de este nuevo sistema de transporte de Quito, es el ECU 911 el que responde en estos casos, explica Analuisa. Es por esa razón que en la pancarta también dice: “Para emergencias de salud mental llame al 911”.

La publicidad es objetiva. Apunta a lugares donde las personas pueden tomar esta fatal decisión, como ha pasado en otras partes del mundo. En las estaciones del Metro o en puentes, pero eso no quiere decir que en estos sitios se registra el mayor número de suicidios, detalla el profesional.

En el 911 hay otro pool de psicólogos que trabajan 24/7, a diferencia de la teleconsulta que está disponible desde las 08:00 hasta las 16:30, de lunes a viernes, con miras de ampliar el horario. “Nos ha ido bastante bien, desde septiembre del año pasado hasta la fecha (junio) hemos atendido 903 emergencias de salud mental; si lo vemos en temas prácticos, son 903 casos de personas que no se suicidaron porque recibieron atención”, afirma Analuisa.

Ahora, se plantea que al ser el ECU 911 solo un servicio de emergencia, es decir, de una sola intervención, se vincule a los usuarios a la teleconsulta para darle un acompañamiento. Existe la posibilidad de interconexión.

Pero eso sería no solo en estos casos. Si un paciente tiene trastornos de ansiedad o depresión, debido a una enfermedad catastrófica, habría que derivarlo a la unidad médica. Y, en el caso de salud mental, si el usuario es un adulto mayor o adolescente y se le dificulta acceder a las consultas con equipos electrónicos, puede recibir terapia presencial. 

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