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Sirven la ‘jama’ sin miedo a contagiarse
Cuando el corazón se dispone... las manos se mueven. Conozca a una pareja de esposos que en esta pandemia ayudan a ‘los invisibles’, los indigentes.
Cuando los ve llegar don Eduardo, un indigente de más de 80 años, se alegra, no solo viene su ‘jama’ para el estómago, sino también la que alimenta su corazón. A él se acerca Marcela de Barzallo, quien desde que empezó la pandemia reparte comida en varias calles céntricas de la urbe, en compañía de su esposo Carlos.
“Vivimos en el centro y vemos la necesidad todos los días y justo cuando estábamos en semáforo rojo pensamos de qué van a vivir si no habrá gente en las calles que les regale una moneda”, menciona Marcela, quien revela que ninguno de los dos han sido contagiados con COVID-19. Afirma que su vacuna es la fe en Dios, pues se acercan a quienes duermen sobre cartones con tapabocas, porque es el protocolo a seguir.
Lo que comen ellos también es para sus beneficiarios, que por lo general son consumidores de H, betuneros, cuidadores de carros, entre otros. El menú varía todos los días y va desde arroz con menestra y chorizo, tallarín de pollo, sopa caliente, arroz con ensalada de atún y más platos que son bien recibidos. Sin embargo, lo que a ellos les gusta es que los Barzallo se preocupen más allá de la comida, también consideran otros detalles, por ejemplo se dan cuenta de quién tiene su vestuario por varias semanas y les regalan ropa (en buen estado, lavada, cosida y planchada) y lo fundamental: les dedican tiempo, conversan con ellos y asimismo los asisten en pequeñas ‘emergencias’ médicas como dolores de muela, cortes superficiales, etcétera.
Es más, en ocasiones levantan la autoestima a las mujeres, entregándoles maquillajes, perfumes, cremas (muchas se exponen al sol) y las ‘guapean’, el resultado... saca más de una sonrisa, sobre todo en aquellos rostros agrietados por los años.
Por lo general van por las calles Boyacá, Vélez, Chimborazo, Baquerizo Moreno, en ocasiones avanzan hasta el parque Victoria. Inicialmente cocinaban tres o cuatro raciones de más día a día, pero en la actualidad son 40 las que entregan. Ahora lo hacen por las noches porque ven más personas que requieren de ayuda.
24 años sirviendo
La pareja de esposos no solo ha sido conmovida en estos tiempos de coronavirus, ellos llevan sirviendo desde hace más de dos décadas. Todo empezó cuando veían casos de servicio social en canales de televisión: casas destruidas por deslaves, incendios y más, uno le decía al otro “apunta el número para llamarlos y ver cómo podemos colaborarles”.
Acudían a su domicilio y les daban su contribución. “Gracias a Dios, nunca nos pasó nada porque entraban extraños”. Y es que todo es como un bumerán, cuando uno hace el bien, este siempre regresa.