El problema persiste. Hasta ahora nadie hace nada para acabar con la presencia de libadores en la calle Quisquís, zona del Malecón del Salado, en el centro de la ciudad.

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EXTRA reportó en su edición del lunes 3 de junio sobre el desorden causado por jóvenes en el espacio público (un corredor del malecón), justo en los exteriores de la Universidad de Guayaquil, emblemático centro de estudios de tercer nivel.

En el reportaje se denunció sobre la venta de alcohol de marcas comerciales y artesanales, además de drogas, sin ningún tipo de control. Sin embargo, casi una semana después del recorrido realizado en la zona (jueves 30 y viernes 31 de mayo), este Diario constató que los muchachos que realizaban estas prácticas siguen sentándose de lo ‘lindo’ en las jardineras del malecón, que se encuentran frente a locales de fotocopias y de venta de accesorios de celulares, y organizando fiestas al aire libre.

En la noche del jueves 6 de junio, un equipo periodístico caminó por la zona y observó a más de 100 personas que tertuliaban. Estaban distribuidas en varios grupos de entre cinco y siete jóvenes, algunos de ellos con mochilas, y que tenían en el centro (también de la atención) botellas plásticas de color plateado, que coinciden con un conocido trago que se expende a menos de cinco dólares.

Algunos de los chicos que estuvieron sentados en el sector entre las 19:30 y 20:00 del jueves 6 tapaban sus rostros al notar la presencia de EXTRA; otros, posaban para la cámara y alzaban sus vasos en señal de alegría. Y todo esto sucedía a la vista de dos agentes de la Policía Nacional que caminaron en esa acera por más de 30 minutos.

“No hay ninguna ordenanza que nos permita sancionar a los que beben en la vía pública; solo somos dos contra mínimo 200 personas que se quedan aquí bebiendo”, comentó a EXTRA uno de los uniformados que prefirió no dar su nombre.

El otro, también bajo reserva de su identidad, explicó que ellos lo que intentan es cuidar la integridad de los ciudadanos por el contexto de inseguridad que atraviesa la ciudad (775 crímenes en la zona 8, a la que pertenece Guayaquil, hasta el 19 de mayo) advirtiéndoles que deben desalojar la zona, pero la reacción de los libadores suele ser agresiva. “Se puede escuchar cómo nos insultan cuando nos acercamos a ellos a pedirles que se retiren”, detalló.

Una mujer, que no se identificó y que tapaba su rostro con una mascarilla, advirtió al equipo de EXTRA sobre “no tomar fotos” ya que en el primer reportaje, según ella, habrían sido capturados en cámara algunos menores de edad. “Yo solo le digo lo que oigo, pero es problema suyo si toma fotos o no”, expresó.

El ingeniero Patricio Medina, gerente administrativo de la Universidad de Guayaquil, explicó que el problema no puede ser controlado por ellos, ya que sucede fuera del recinto universitario, pero que sí se han tomado medidas para frenar la problemática.

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“La puerta 1 (que se encuentra en la zona) ahora es solo de entrada; es decir, nadie puede salir por allí y los guardias tienen la orden de evitarlo. Ellos tampoco pueden dejar ingresar a alguien que tenga olor a alcohol. Esto fue comunicado a la Policía Nacional y Municipio de Guayaquil, pero no se ha recibido el apoyo”, admitió.

Él expresó que el desorden también se genera a partir de la venta en furgonetas que se ubican en esa calle. Hielos y otras bebidas alcohólicas se ofrecen desde algunos de estos vehículos que también ofertan el transporte a ciertos sectores como Durán.

EXTRA solicitó al Municipio de Guayaquil su versión, pero hasta el cierre de esta edición no hubo respuesta.

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