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Guayaquil

Luis Bonoso recorre diversos sitios de la ciudad para llevar su arte.Alex Lima / extra

¡Saxofón solitario! Vivir del arte, una tarea difícil en Guayaquil

El saxofonista Luis Bonoso gana en un día promedio $20. Sin embargo, reconoce que hacer música en la calle suele ser algo poco valorado por los transeúntes.

Una correa negra rodea el cuello de Luis Bonoso. De esta se desprende un saxofón plateado, con algunas manchas doradas que le ha dejado el paso del tiempo. Las palabras que salen de su boca son escasas. Responde lo necesario y gesticula lo justo.

El músico callejero se mueve solo un par de pasos con la cabeza gacha, en la esquina de la 9 de Octubre y Malecón. Carga siempre una maleta grande que lo hace ver como si tuviera un caparazón. Y cuando llega a su parlante, elige la pista que considera adecuada. A veces, cuando cae el atardecer, opta por interpretar canciones melancólicas. 

Los transeúntes siguen su camino como si nada. Para muchos de ellos, la rutina ha terminado absorbiendo su vida. Otros tantos, que aún se dejan sorprender, frenan para escuchar la música en medio de la selva de cemento.

En esos momentos, cuando la pista suena y en su celular aparece la partitura de la canción, Bonoso se transforma. Baja sus lentes oscuros, acomoda su sombrero color beige y cierra los ojos. La magia empieza ahí. Cuando escucha las primeras notas da algunos pasos al frente. Su pie derecho lleva el tiempo musical y el éxtasis llega a su interior. Su cuerpo se arquea y a su alrededor no existe nada más que él y su instrumento.

Las personas que pasan lo miran, gesticulan, algunos se asombran y otros solo siguen su camino mientras están en su celular, indiferentes a lo que sucede alrededor.

Las canciones antiguas son las preferidas por las personas.Alex lima / extra

“La música es otra manera de expresarme, porque no soy de mucho hablar. Es una de las formas que tengo de comunicarme con otras personas”, comenta Bonoso, quien se limita a mirar solamente su instrumento.

A diario toca aproximadamente ocho horas en diferentes calles de Guayaquil. Tiene un repertorio de unas 500 canciones, entre boleros, baladas, clásicas, jazz, blues o electrónicas. Las piezas que más disfruta tocar son las antiguas, pero con la que más se identifica es ‘What a Wonderful World’, de Louis Armstrong.

Según Bonoso, las personas prefieren el bolero, las baladas y las canciones antiguas. En cuanto a los ‘hits’ actuales, pese a que los incluye en su repertorio, no están entre sus temas favoritos para tocar.

"Tengo un lema que me ha marcado y me acompaña: 'Suéñalo, suénalo, vívelo'. Lo uso desde hace un tiempo".

Una vida en la música 

El saxofón ha sido su fiel compañero desde hace 15 años. El primero que llegó a su vida es con el que trabaja. Algunos familiares y amigos reunieron dinero para poder darle uno.

La razón por la que escogió este instrumento fue porque en su infancia, viendo un programa de televisión en el que tocaban el saxofón, su sonido le generó curiosidad y quiso conocer más de él. 

Pero sus comienzos no fueron fáciles. Aprender a tocar este instrumento le resultó complicado. En la primera clase, con el ejercicio básico que cualquier aprendiz realiza en 30 minutos, Bonoso tardó en aprenderlo casi dos meses.

Sus dos maestros, Otti Vera y Luis Montesdeoca, le tuvieron paciencia y fe. “Si no hubiera sido por ellos, quizás no habría continuado y habría dejado esto de lado”, reconoce.

El saxofón, durante mucho tiempo, fue un hobby. Uno de sus sueños fue ser profesor de inglés, para lo cual estudió lenguas. Pero los sueños cambian, mutan. En la vida lo único constante es el cambio y así fue para Luis, quien dejó atrás la carrera que cursaba y decidió seguir por las sendas de su saxofón.

Finales sin aplausos

Luego de casi tres minutos de éxtasis, Luis vuelve a abrir los ojos y levantarse las gafas oscuras. A su alrededor no hay público ni tampoco se escuchan aplausos. Solo tiene cerca su parlante y el saxofón.

No se inmuta. Algunos transeúntes ni se han fijado en lo que acaba de suceder. Miran atentos sus celulares, pasan cerca de Luis mirando el cielo o viendo de forma curiosa a este personaje de barba rala, con sombrero, gafas oscuras y un saxofón colgado del cuello.

“Estoy acostumbrado y no soy alguien extrovertido. No me afecta que no me aplaudan porque soy tímido y callado. No hay problema si no escucho una respuesta del público”, confiesa Bonoso.

Aquel instante se repite como una especie de bucle incesante. Luis inicia una canción, baja su cabeza y toca tímido las primeras notas. Luego se transforma y doma su saxofón como un jinete a un caballo. Finaliza la melodía y vuelve al silencio. Los aplausos en la calle son una utopía. La vida, para algunos peatones, solo es cotidianidad.