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En San Roque: “Hay más ladrones que usuarios”
Ciudadanos sienten que en los últimos meses ha habido un incremento de inseguridad y también de violencia. Una afectada cuenta cómo la atacaron.
María Fernanda Vargas tuvo que botar una de sus carteras luego de que un sujeto le cortara, con un cuchillo, las correas para quitársela en San Roque, centro de Quito. Forcejearon. El tipo le golpeó la mano y la cabeza. Y se llevó su celular.
Aquel sector es conocido como un punto de inseguridad; sin embargo, en los últimos meses, quienes transitan por allí han notado que ha habido un incremento de asaltos. Pero hay algo más. El nivel de violencia se ha disparado.
La usuaria, de 38 años, lleva más de una década viajando desde su casa en Solanda, sur de la urbe, hasta la avenida Shyris, en el norte, por su trabajo. Usa la ruta de siempre: la avenida Mariscal Sucre. Pero en San Roque es donde más malos ratos ha pasado.
No es la primera. En esta parada se registran al menos 15 asaltos al día, según Maritza Albán, coordinadora de operaciones del Corredor Sur Occidental, circuito de transporte que cubre esta zona.
Esta modalidad de delito se ha vuelto más agresiva. A María Fernanda la jalonearon desde el asiento hasta bajarla del bus en medio de la mirada de los demás pasajeros, del conductor y del controlador. “Nadie me ayudó”, recuerda.
Según la víctima, el chofer habría abierto la puerta dos veces, aun cuando los usuarios bajaron y subieron, para facilitar el ingreso al ‘choro’. “Creo que son cómplices. Además hay más gente que espera a los asaltantes afuera del bus”.
Albán responde que no se trata de complicidad, sino que los pillos han desarrollado métodos para abrir las puertas de las unidades. Se trata de bandas completas que tienen sus formas para huir y esconderse.
Zonas críticas
El Corredor Sur Occidental ha identificado que además de la parada de San Roque sus aledañas: El Tejar y San Diego son las más inseguras. No importa si el andén es cerrado o abierto. “A veces aprovechan el puente de San Roque y se cuelgan de las ventanas para quitarles los celulares a quienes están distraídos”, explica Albán. Luego es prácticamente imposible alcanzarlos.
Según María Fernanda, los delincuentes se esconden en las viviendas o locales aledaños, pues justo en el momento que le quitaron la cartera entró una llamada de su esposo. Él alcanzó a escuchar una voz que decía: “No salgas, la señora sigue ahí”.
La sensación de inseguridad es generalizada. Quienes esperan por una unidad en la parada evitan sacar sus celulares, porque “es sabido” que en cualquier momento alguien se los puede arranchar.
“A mí me han robado varias veces, en el bus y en la parada. Hay algunos choferes que nos dicen que tengamos cuidado”, cuenta la pasajera.
Medidas
Según Maritza Albán, las horas más conflictivas son las mañanas y las tardes. Justo cuando los ciudadanos se dirigen a sus trabajos.
Es por ello que a esas horas la empresa despliega personal para tratar de controlar los asaltos evitando que la gente se aglomere o se empuje. “Ahí también aprovechan para meter las manos en los bolsillos o carteras”, dice Albán.
Han solicitado mayor presencia policial. Según la funcionaria, los uniformados se quedan fuera de las paradas y de repente hacen requisas.
Pero la actuación de los ‘choros’ es tan rápida que difícilmente son alcanzados, por lo tanto no hay denuncias ni detenciones. “Es un grupo conocido que ronda en los buses. Hay otros que suben a amenazar para que les den plata”, concluye María Fernanda.
EXTRA solicitó información del despliegue policial en la zona a la institución. Sin embargo, hasta el cierre de esta edición no hubo respuesta por parte del Distrito Manuela Sáenz, el que corresponde a esta zona.